Verdades Olvidadas
San Atanasio de Alejandría fue un enemigo acérrimo de la herejía arriana, que negaba la divinidad Jesucristo. Esta herejía inficionó a gran parte de los Obispos y se extendió por toda la cristiandad.
San Atanasio: [1] “Queréis ser hijos de la luz, pero no renunciasteis a ser hijos del mundo. Deberíais creer en la penitencia, pero creéis en la felicidad de los tiempos nuevos.
Deberíais hablar de la Gracia, pero preferís hablar del progreso humano. Deberíais anunciar a Dios, pero preferís predicar el hombre y la humanidad.
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Lleváis el nombre de Cristo, pero sería más justo si llevaseis el nombre de Pilatos. Sois la gran corrupción, porque estáis en el medio. Queréis estar en el medio, entre la luz y el mundo. Sois maestros del compromiso y marcháis con el mundo.
Yo os digo: haríais mejor si anduvieseis con el mundo y abandonaseis al Maestro, cuyo Reino no es de este mundo”. (cf. K. Flam, Atanasio viene nella metropoli, in una fossa di belve, Breslavia, 1930, p. 84).
[1] San Atanasio ‒ (Alejandría, c. 295 – id., 373) Padre y doctor de la Iglesia, también llamado San Atanasio el Grande o Atanasio de Alejandría. Acudió a Nicea como compañero y diácono del entonces patriarca de Alejandría y contribuyó a definir la consustancialidad del Padre y del Hijo divinos y la condenación de Arrio (325). Esta herejía arriana, que negaba la divinidad de Cristo, había inficionado a gran parte de los obispos, y fue el sencillo pueblo de Dios el que salvó la ortodoxia.
Elegido patriarca (328), mantuvo contra viento y marea la fidelidad a las decisiones del concilio, lo cual le valió ser condenado, depuesto y desterrado cinco veces a lo largo de su vida, tras ser reintegrado a su sede otras tantas, siguiendo los avatares de tiempos y emperadores, favorables o no al arrianismo. Al fin, logró residir en su sede hasta morir en ella.