El deseo constante de conectarse rápidamente se convierte en una obsesión, hasta el punto de que algunas personas no saben cuándo parar y desconectar sus dispositivos electrónicos. Incluso se sienten perdidos sin ellos.
Los dispositivos electrónicos se han convertido en una parte muy importante de la vida de todos. Cada día, la gente en todo el mundo realiza el ritual mecánico de revisar los correos electrónicos, mensajes de texto, cuentas de Twitter y otras plataformas de medios sociales. El deseo constante de conectarse rápidamente se convierte en una obsesión, hasta el punto de que algunas personas no saben cuándo parar y desconectar sus dispositivos electrónicos. Incluso se sienten perdidos sin ellos.
Detenerse a reflexionar sobre el uso correcto de los dispositivos es importante, ya que la dependencia de ellos puede tener un efecto deshumanizador. Cuando las personas pierden el control de su uso, ya no desarrollan plenamente su carácter, los talentos personales o incluso la capacidad de disfrutar de placeres legítimos como la conversación, el silencio o la reflexión. Pierden contacto con la realidad y con las relaciones humanas.
Por supuesto, no todo el mundo lleva esta dependencia al extremo. Sin embargo, hay ciertas señales por las que se puede saber cuándo se ha ido demasiado lejos, y es necesario parar y tomar medidas.
Estos tres signos son:
1. Cuando se siente ocupado y vacío.
Usted sabrá que ha ido demasiado lejos cuando estos aparatos contribuyen a aumentar los ritmos de su vida hasta hacerle sentir lleno y vacío al mismo tiempo. Dentro de un ritmo acelerado de vida en línea, el tiempo mismo pierde su significado. Las personas experimentan la doble sensación de no tener tiempo para hacer nada y de no hacer nada con su tiempo.
El sociólogo Richard Stivers llama a esta experiencia de «esterilización del tiempo». Explica que: «Cuando el tiempo pierde su significado ‒la memoria de los acontecimientos y de las transformaciones significativas dentro de un marco‒ se convierte en un espacio en el cual producimos y consumimos tanto cuanto sea posible”.
No conseguimos estar a solas con nuestros pensamientos
Sin tiempo para reflexionar e interpretar las experiencias, la vida se vuelve confusa. Entonces se comienza a experimentar el aburrimiento, el cansancio y el estrés psicológico, que es un componente tan importante de la vida moderna.
Cuando esta paradoja de no tener tiempo pero de perder tanto tiempo nos impresiona, es hora de parar, desconectar y pensar acerca de cómo utilizar los dispositivos de manera más o menos constructiva.
2. Cuándo se vuelve adictivo.
De acuerdo con una encuesta realizada por un grupo de defensa de los niños Common Sense Media, casi el 59 por ciento de los padres creen que sus hijos adolescentes son adictos a sus dispositivos. Alrededor del 27 por ciento de los padres se consideran adictos.
Los dispositivos que supuestamente dan poder a las personas, ahora la dominan. La dependencia está causando cada vez más fricción entre padres e hijos, llegando a provocar discusiones diarias. Así, se está cambiando la naturaleza de las relaciones familiares.
Se estima que los adolescentes pasan un promedio de nueve horas al día en línea. La mayoría de los padres y de los adolescentes revisan sus dispositivos a cada hora y se sienten obligados a responder a los mensajes de texto inmediatamente. Cuando se le preguntó a un muchacho de 11 años de edad, en la encuesta de Common Sense Media, cuánto tiempo le gustaría jugar a videojuegos en línea, él respondió «dos o tres mil horas al día.»
Cuando la adicción a Internet comienza a afectar sus relaciones y a tomar grandes cantidades de su tiempo, es hora de parar, desconectar y tomar medidas.
3. Cuando usted cree que no puede parar y desconectar.
Usted se dará cuenta que tiene que cambiar cuando siente que no puede tomar un descanso. Mucha gente es consciente y se arrepiente de su adicción a sus dispositivos y del tiempo perdido. Sin embargo, están cegados por el mito de que simplemente no pueden controlar su uso. Ellos creen que son los únicos que tienen el problema o que nadie consigue desconectarse. Se dan por vencidos sin hacer ningún esfuerzo.
Es entonces que se debe parar y desconectarse. Irónicamente, es precisamente en el momento en que la gente se da cuenta del peligro de esta sobrecarga de la tecnología, que está en la mejor posición para desconectar. Cuando las personas son agredidas por la realidad de su uso excesivo, entonces ven el problema con claridad. La gente debe aprovechar este conocimiento para motivarse a cambiar sus vidas.
Las personas deben animarse con el hecho de que no están solas. Millones de estadounidenses se enfrentan al mismo problema. Ellos están tomando medidas efectivas para limitar el uso de la tecnología. Todo el mundo puede hacer lo mismo.
Los adictos al uso de los smartphone, por ejemplo, están volviendo a los teléfonos más simples. Uno de cada siete estadounidenses está usando los llamados teléfonos mudos que sólo hacen llamadas y envían mensajes de texto, comprados por aquellos que desean desenchufarse. Otras personas simplemente están disciplinando su tiempo en línea que para que refleje las necesidades reales.
Lo importante que hay que entender acerca de la tecnología, es que ella está ahí para servir a la humanidad, y no para ser servida. La tecnología debe ser utilizada como una persona que monta un caballo y lo dirige hacia una meta en la vida. Hoy en día, la tecnología se ha convertido en un caballo salvaje que arrastra al jinete con el pie atascado en el estribo.
Cuando se empieza a perder el control, es el momento de parar, desconectarse y reevaluar el uso y abuso de sus dispositivos. Es hora de volver a montar sobre el caballo.
Publicado por John Horvat II