La Royal Society de Londres, principal institución científica de Gran Bretaña, flexibilizó su posición sobre el calentamiento global causado por el hombre.
En un documento publicado después de una rebelión de más de 40 de sus compañeros, el nuevo director de la Royal Society para el cambio climático, dice que no existe la certeza que se ha divulgado sobre el aumento de la temperatura pronosticado por esa Sociedad. Se trata de una actualización del documento Climate Change Summary of Science.
[columnlayout][columncontent width=»50″]El «Times» informó que, según la nueva posición de la Royal Society, permanecen «incertidumbres que probablemente nunca serán significativamente reducidas«, vaciando las profecías que daban como cierto y demostrado dicho cambio.
La Royal Society se alejó de las controversias sobre el cambio climático, emitiendo una «guía simple«, según el Times, para sustituir el documento anterior que reflejaba la posición de la entidad.
En esa guía, evita de hacer previsiones sobre el impacto de las alteraciones climáticas y se abstiene de aconsejar a los gobiernos una conducta a seguir.
La guía dice: «la magnitud de los futuros aumentos de temperatura y otros aspectos del cambio climático, especialmente en escala regional, todavía está sujetos a incertidumbres«.
En este cambio de posición, la Royal Society parece criticar a científicos que hicieron previsiones de olas de calor y elevación de los mares. Ella ahora dice: «Existe poca confianza en las proyecciones específicas del futuro cambio climático regional, excepto en escala continental«.
Aclarando esta afirmación agrega una tesis que hasta hace poco sólo se oía en la boca de «realistas» o de «escépticos»: «No es posible determinar exactamente en qué medida la Tierra va a calentarse o cómo el clima va a cambiar en el futuro. Resta la posibilidad de que varios aspectos aún desconocidos del cambio climático puedan surgir y causar alteraciones significativas en nuestra comprensión«.
La prudencia y la falta de dogmatismo de la posición de la famosa Sociedad causaron malestar en los círculos de activistas y en la izquierda política.
En sentido contrario, para la Global Warming Policy Foundation, las posiciones anteriores de la Sociedad daba la impresión equivocada de que esta «ciencia está definitivamente establecida«, mientras que la nueva guía admite que cuestiones neurálgicas son discutibles.
El documento anterior que la Royal Society pedía a los gobiernos que tomaran «medidas urgentes» para reducir las emisiones de C02, de modo «tan rápido cuanto fuere posible«.
[/columncontent][columncontent width=»50»]Ese activismo político fue sustituido por una evaluación más sobria de la evidencia científica en los debates climáticos.
«Si esa voz de moderación hubiese caracterizado la posición de la Royal Society desde el comienzo, su mensaje a los gobiernos había sido más comedida«, dijo el Dr. Benny Peiser, presidente de la Global Warming Policy Foundation.
En el cambio de la posición de la Royal Society pesaron sin duda estudios como el del químico alemán, Dr. Klaus L.E. Kaiser, que señaló errores sustantivos en el cálculo de la persistencia del CO2 en la atmósfera terrestre.
El análisis del Dr. Kaiser fue apoyado por el matemático sueco Claes Johnson, profesor de Matemática Aplicada en el Royal Institute of Technology de Estocolmo. El Dr. Johnson considera que el informe anterior estaba lleno de fallas científicas.
El descubrimiento de esos errores generó comentarios, algunos avergonzados y otros sarcásticos, por la prensa y por Internet.
El antiguo informe, ahora desmentido, llegaba a decir, adoptando la vulgata de Al Gore, que: «El conocimiento actual señala que, aún que aunque hoy hubiese una completa interrupción de las emisiones de CO2 producida por el hombre, serían necesarios varios milenios para que las concentraciones de CO2 volviesen a los niveles pre-industriales«.
El ridículo cede el paso a la sensatez.
Luis Dufaur[/columncontent][/columnlayout]