Algo nuevo; completamente nuevo; radicalmente nuevo está ocurriendo en Francia. Al punto que ya se habla de una «primavera francesa», análoga a la primavera árabe. Estamos ante la manifestación de una tendencia profunda que será difícilmente desviada.
Familias enteras se lanzan a la calle para protestar contra la ley de «matrimonio» homosexual propuesta por el Presidente Hollande. En su gran mayoría son matrimonios jóvenes y jóvenes solteros.
Pero lo que indigna a los franceses no es solamente esta ley de Hollande, sino la destrucción constante de los valores cristianos que hicieron grande a ese país.
Después de las masivas manifestaciones que se dieron en diciembre, febrero y marzo ‒todas ellas contando con alrededor de un millón de personas‒ Francia entera está en ebullición. En el día de ayer, 270 000 personas se reunieron en el centro de París, al mismo tiempo que en ciudades del interior de Francia otras manifestaciones multitudinarias tenían lugar.
Pero no es eso solamente. Una multitud de iniciativas, que casi podrían llamarse de «guerrilla» publicitaria, están teniendo lugar continuamente y todos los días.
Algunos ejemplos.
La ley de «matrimonio» homosexual es llamada «matrimonio para todos». Las manifestaciones contrarias a la ley se llaman, en un juego de palabras, «manifestación para todos». Ahora comienzan a aparecer otras iniciativas como «jugar a las escondidas para todos»; » vigilia para todos» y los llamados «comités de recepción».
Me explico.
El «jugar a las escondidas para todos” consiste en que numerosos grupos, en diversos puntos de la ciudad, se manifiestan en el centro de la calle con sus banderas y eslóganes, deteniendo momentáneamente el tráfico. La gracia consiste en disolverse antes de que llegue la policía. La palabra de orden es manifestarse sin violencia y sin enemistarse con el público.
La vigilia para todos, consiste en una reunión a la luz de velas por la noche, en diversos lugares de muchas ciudades de Francia, para rezar para que la ley no sea aprobada. Esta vigilia es hecha principalmente por madres de familia.
Los «comités de recepción» son grupos de personas que van a lugares en que se encuentra alguna autoridad de gobierno para, de modo pacífico, impedirle realizar una acción, como por ejemplo, hacer un discurso.
En su conjunto, es la opinión pública francesa que ha sido dejada de lado por los políticos por mucho tiempo, que se siente amordazada y que no está dispuesta a guardar silencio por más tiempo.
Cerca de 15000 alcaldes, que serían quienes deberían «celebrar» los matrimonios homosexuales, han declarado que no lo harán.
¿Su indignación es sólo contra la ley de Hollande? No. Numerosos comentaristas señalan que lo que indigna a los franceses es la destrucción continua de los valores cristianos que hicieron grande a ese país.
Según las estadísticas 55% de los franceses rechaza el «mariage pour tous» y la adopción (Encuesta BVA-le Parisient Magazine). Pero, como decíamos, no sólo el «matrimonio» homosexual moviliza a los franceses: cuando la izquierda quiere modificar la sociedad, 72% afirman que «no se defienden como se debe los valores tradicionales». Cuando la izquierda favorece al Islam en nombre de la integración, 74% de los franceses estiman que «la religión musulmana no es compatible con los valores de la sociedad francesa. La ministra Taubira, la misma que ha dado su nombre a la ley sobre «matrimonio» homosexual, quiere suprimir las penas menores, 65% de los franceses reclaman una justicia más severa por los delincuentes comunes. «Los franceses rechazan Mayo del ’68 (Revolución de la Sorbonne, con toda la revolución cultural que lo siguió) y quieren restaurar su país como era antes», diagnostica Eric Zemmour. «Existe una «derechización» en profundad de la sociedad francesa sobre temas principales: la inquietud sobre la identidad, la búsqueda de la autoridad y la lucha contra el asistencialismo». Esta evolución se nota hasta en las filas del Partido Socialista: el presidente de los Senadores socialistas, François Rebsamen, reconoce que la «derechización de la sociedad se acelera».
Un comentario final. Extraña que nuestra prensa nacional mantenga un tal silencio sobre acontecimientos que podrán tener una influencia importante en todo el Occidente, donde la influencia cultural francesa aún es grande.