Antes de que la Señora Bachelet aceptara ser precandidata a la presidencia de Chile, varios comentaristas de izquierda afirmaron que, en caso de ser elegida, no haría un gobierno como el anterior.
Efectivamente, leyendo la entrevista que dio al diario La Tercera este domingo último[1], nos encontramos frente a un nuevo proyecto que constituye una verdadera revolución.
Además de ser partidaria del mal llamado «aborto terapéutico«, que ha sido siempre la antesala del aborto libre, esta vez trae un programa de transformaciones profundas para Chile: reforma tributaria, reforma de la educación y, lo que es más preocupante, porque constituye un cheque en blanco, una nueva Constitución.
Sobre la nueva Constitución, afirma que «prefiero un cambio constitucional por la vías del marco institucional» y, agrega, «si no somos capaces de generar canales a esa expresión de la calle, la gente va a empezar a buscar otros mecanismos«. ¿A qué se refiere con esta última afirmación? ¿Volveremos a los tiempos infaustos de Allende? ¿Será la «calle», es decir el Partido Comunista, quien gobernará realmente a este País?
El periodista le pregunta si podía precisar en qué consistiría esa «vía institucional», ella responde:»Yo lo voy a decidir, pero no es un tema que creo que haya que decidir hoy. Por ahora, mi apuesta principal es generar la mayor fuerza política en el Parlamento«. Es decir, ella pretende disponer de una aplanadora legislativa para realizar sus planes sin contradicción.
Al referirse a «una reforma educacional profunda«, afirma que «nuestra propuesta va desde los cero años hasta los adultos«. ¿Quiere esto decir que habrá un sistema de «educación» fundamentalmente estatal para todos? ¿Cuáles serán los contenidos de esa «educación»? ¿Será una «educación» o un sistema de ideologización compulsorio, al estilo clásico de los países comunistas? A esto agrega que a los planteles educacionales que no entren en convenio con el Estado, es decir que no quieran depender en todo de éste, «el Estado no le va a pasar un peso«. Disponiendo de los inmensos recursos del Estado, ¿en qué quedará así la libertad de enseñanza?
Finalmente, y para no extendernos más, agrega que pretende: «derrotar la desigualdad con todas sus caras: socioeconómica, educacional, descentralización territorial, de género, pueblos originarios, diversidad sexual«. Sabemos por la experiencia que la «igualdad» que pretenden comunistas y socialistas consiste en un gobierno dictatorial de una minoría fanática sobre la gran mayoría, reducida a la inercia.
En resumen, lo que la Sra. Bachelet se propone realizar es una profunda revolución de corte socialo-comunista para nuestro País.
Rogamos a Nuestra Señora del Carmen, Reina y Patrona de Chile, que nos despierte del letargo en que nos encontramos para impedir a tiempo esta grave amenaza que se cierne sobre el futuro de Chile.
[1] 06/07/2013, “Chile cambió y se va a hacer más difícil gobernar para cualquier presidente”