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Siembra vientos y cosecharás tempestades (Podcast)

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El papel del Estado es muy importante para el apoyo de la familia, pues las leyes y las instituciones, influyen en la vida diaria de las personas y tiende a conformarlas. Por esto, no podemos dejar de comentar dos malas noticias generadas la semana pasada en el Congreso. Una de ellas es la aprobación del Proyecto del AVP, ahora llamado AUC.

Como Ud. nos sigue semanalmente a través de nuestros programas, ya sabe que ellos se dedican a la promoción de la familia chilena desde el punto de vista de la moral tradicional enseñada por la Iglesia Católica, del derecho natural y del sentido común.

Por esta razón, siempre hemos defendido que la familia, como lo demuestra la propia historia, es una institución anterior al propio Estado, pues ella es la célula en torno de la cual se forma la sociedad.

Sin familia, no hay sociedad; sin embargo, sin Estado puede existir una sociedad. El Estado no es sino la conformación jurídica de la sociedad.

Siendo la familia la institución básica de la sociedad, corresponde al Estado, promoverla y respetarla en todos sus derechos y atribuciones. Es lo que está consagrado en nuestra Constitución, al precisar los deberes prioritarios del Estado.

Todo lo que acabamos de señalar, son puntos que nadie discute. Por el contrario, lo que se ha venido introduciendo, y confundiendo el panorama, es lo que se llama “los diversos conceptos de familia”.

De acuerdo a la doctrina social de la Iglesia y al derecho natural, la familia es la unión del hombre y de la mujer, por toda la vida con el fin de procrear y educar los hijos, y de apoyarse mutuamente.

Precisamente por estas razones es que la familia es la base de la sociedad, pues sin padres no hay hijos, o si los hay de modo meramente natural o artificial, ellos no serán debidamente educados, pues lo más probable es que sus progenitores poco se preocupen de ellos.

Las situaciones sociales que no responden a este modelo de sociedad, constituyen familias, sí, pero en estado de anomalía. Igual que una persona que le falta un brazo o cojea, ella puede ser una persona sana, pero presenta una situación anómala, es decir carente de algo para ser completa.

De ahí que el Estado debe tratar de incentivar que las uniones sean estables y prolíferas. Ello lo puede obtener promoviendo políticas públicas y leyes que incentiven las uniones de muchos años, conceda subsidios especiales a los jóvenes que se casan, etc.

Es verdad que no es el Estado el principal instrumento para que la sociedad posea familias sanas. La familia se basa primordialmente en virtudes morales, como son la fidelidad, la confianza mutua, la entrega permanente, el sacrificio etc. Tales virtudes sólo se consiguen por la ayuda de la gracia sobrenatural que se obtiene a través de la vida sacramental que nos proporciona la Iglesia.

Sin embargo, el papel del Estado es muy importante, pues las leyes y las instituciones que forme, influyen mucho en la vida diaria de las personas y tiende a conformar a las personas.

Por todo lo anterior, no podemos dejar de comentar dos malas noticias ocurridas la semana pasada en la Cámara de Diputados.

Una de ellas es la aprobación de dos proyectos de ley, muy discutidos y poco pensados, que perjudicarán gravemente los destinos de la familia chilena.

El primero de ellos trata de la aprobación del Proyecto de Ley presentado por el ex Presidente Piñera que transforma a las uniones de hecho en una institución reconocida por el Estado como familia, independiente del sexo de los contrayentes, de la duración de la unión, y, además les concede a las uniones de carácter homosexual la posibilidad de que los hijos sean educados por el conviviente, en caso de fallecimiento del padre natural.

Todo lo anterior es una verdadera subversión de lo que naturalmente se llama familia. En estas uniones no existe ningún tipo de compromiso, ninguna obligación de las partes, ningún objetivo fuera de la mutua atracción de las partes. ¿Cómo puede entonces el Estado darle el estatus de familia a algo que se diferencia en todo a lo que el derecho natural y el orden jurídico del País, reconoce como familia?

Realmente es inexplicable y contradictorio.

Quizá algún radioyente podrá pensar que tal institución no perjudica a la familia, toda vez que los que se quieren casar de acuerdo al sistema tradicional lo pueden hacer. Entonces, de acuerdo a nuestro objetante, este proyecto no hace sino ampliar los márgenes de libertad de las personas.

Le respondemos que no es así. Cuando el Estado pone en pie de igualdad a dos instituciones que son enteramente diferentes en sus compromisos y deberes, lo que produce es que le quita el incentivo para los que se comprometen por toda la vida, y así perjudica a la familia natural y cristiana.

Sería como un profesor que le da la misma nota a un estudiante que se esfuerza, que estudia y que es aplicado, que a otro que no estudia, no se esfuerza y dice sin problemas que no se aplicará. Piense nuestro objetante cuál sería la consecuencia en el colegio si ocurriese esto. Obviamente dejarían de existir los buenos alumnos y comenzarían a pulular los malos.

Más que favorecer la libertad, lo que este Proyecto conocido como Asociación de Vida en Pareja, rebautizado como PUC, (Pacto de unión civil), lo que producirá es que los jóvenes verán más atractivo esta nueva forma de uniones y aumentarán tales contratos en perjuicio de las uniones verdaderamente matrimoniales. Con lo cual, lejos de dar más libertad, estará conduciendo a todos a optar por lo más fácil, lo más pasajero, lo menos comprometido. O sea, lo menos parecido a una familia.

Y los principales perjudicados seremos todos los que constituimos la sociedad llamada Chile. Habrá menos hijos, serán menos educado por los padres, deberemos recurrir más a la inmigración, dependeremos más del Estado para las previsiones, etc. etc. “Siembra viento y cosecharás tempestades”, dice el sabio proverbio.

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04/02/2015 | Por | Categoría: Homosexualidad
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