La Revolución Cultural, [1] uno de cuyos aspectos es la revolución homosexual, busca extirpar de modo radical los principios cristianos de la mente de las personas. Los católicos tenemos la obligación moral de reaccionar. “El movimiento gay, lo reconozcamos o no, no es un movimiento en favor de los derechos civiles, ni siquiera un movimiento de liberación sexual, sino una revolución moral dirigida a producir un cambio de opinión de la gente sobre la homosexualidad”, declaró el activista homosexual Paul Varnell.[2]
La aceptación del “matrimonio” de personas del mismo sexo es incompatible con el Cristianismo
1) Visiones divergentes sobre la realidad y el orden natural
La raíz de este choque se encuentra en la divergencia profunda de la visión del mundo que tiene el Cristianismo, basado en la realidad, y el Laicismo. Cuando la comprensión del hombre de una cosa corresponde a la realidad, es la verdad. [3] Cuando no lo hace, tenemos el error, que puede ser el resultado de un equívoco intelectual, de un capricho, o de un prejuicio ideológico que deforma nuestra opinión. En tales casos, nos separamos de la realidad y nos apegamos a una comprensión ilusoria, utópica de las cosas.
2) Conducen a diversos conceptos sobre el matrimonio, la familia y la sociedad
Pocas cuestiones ilustran mejor la divergencia entre el laicismo y la visión Cristiana, que la batalla cultural sobre el matrimonio. Los laicistas aceptan el “matrimonio” homosexual, negando la realidad específica del matrimonio, basada en la naturaleza. Niegan que las evidentes diferencias biológicas, fisiológicas y psicológicas entre los hombres y las mujeres encuentran su complementariedad en el matrimonio, como también niegan que la finalidad primaria específica del matrimonio es la perpetuación de la raza humana y la educación de los hijos.
Este concepto estrictamente natural del matrimonio es sostenido por el Antiguo y el Nuevo Testamento. Leemos en el libro del Génesis: “Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó. Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra”.(Gen.,1:28-29)
Lo mismo fue enseñado por Nuestro Salvador Jesús Cristo: “Pero desde el comienzo de la creación, El los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre” (Marcos 10, 6-7) El rechazo de la cosmovisión cristiana es el aspecto negativo, destructivo, del laicismo. Su aspecto “positivo” es la utopía de una sociedad sin frenos morales, que pretende redefinir el matrimonio y la familia.
3) Sociedades utópicas y pérdida de la libertad
La historia es maestra de la vida. En el siglo XX, el Nazismo y el Comunismo demostraron al mundo que, cuando la sociedad pierde sus amarras en el orden natural y se entrega a las utopías, el resultado inevitable es la dictadura. Esta dictadura puede tomar muchas formas y ser ejercida en los pasillos del gobierno, en las jefaturas de partido, en los organismos judiciales, o en los medios de comunicación. [4]
4) Una amenaza para la religión y la libertad
No debemos engañarnos. En las últimas décadas, Estados Unidos ha presenciado la marea creciente de leyes, de decretos, de reglamentos y de decisiones judiciales que favorecen a la homosexualidad, por un lado, y obstaculizan y castigan a quienes se oponen por razones de fe y de conciencia, por otro lado.
Poco después de que el Tribunal Supremo de California legalizó el “matrimonio” homosexual, el Profesor David R. Carlin observó: El sistema moral cristiano no es una parte de menor importancia en el cristianismo; como el corazón o los pulmones no son partes de menor importancia en el cuerpo humano. Derrocando el sistema moral cristiano se derroca el cristianismo en sí mismo. Por lo tanto, los que están luchado por la institución del “matrimonio” homosexual ipso facto están empujando hacia la eliminación de la religión cristiana. [5]
Legalizando “matrimonio” homosexual el Estado se convierte en su promotor oficial y activo. Incita a que los funcionarios oficien en la nueva ceremonia civil, ordena a las escuelas que enseñen su aceptabilidad a los niños, y castigan a cualquier empleado del Estado que exprese su desaprobación.
En la esfera privada, los padres que se opongan, verán pronto a sus niños expuestos aún más a esta nueva “moralidad”; los negocios que ofrecen servicios de bodas serán forzados a proporcionarlos para las uniones homosexuales; y los dueños de propiedades de alquiler tendrán que concordar con aceptar parejas homosexuales como arrendatarios.
En cualquier situación donde el matrimonio afecta a la sociedad, el Estado esperará que los cristianos y toda la gente de buena voluntad traicionen sus conciencias al aceptar, con su silencio o su acción, un ataque contra la Ley Divina y el orden natural.
5) La legalización del “matrimonio” de personas del mismo sexo crea un terrible problema de conciencia
La intolerancia anticristiana de la revolución homosexual se hace sentir con medidas cada vez más persecutorias, un problema terrible de conciencia surge para cualquier persona que se oponga a ellas: ¿Debemos seguir nuestras conciencias? ¿O debemos aceptarla? Para los católicos como nosotros, el aceptar el “matrimonio” homosexual sería equivalente a una renuncia de la fe.
6)La aceptación moral del “matrimonio” de personas del mismo sexo es equivalente a la negación de la Revelación Divina
Como el Profesor Carlin precisó, el sistema moral cristiano es una parte esencial de cristianismo. El dogma y la moral católicos se fundan en la Revelación Divina y, por lo tanto, se deben aceptar en virtud de la autoridad suprema de Dios, que garantiza su verdad y bondad. [6]
El mismo Dios que reveló verdades en las que debemos creer, también reveló verdades sobre cómo debemos vivir. [7]Por lo tanto, cuando un católico rechaza una verdad en materias morales que se contenga claramente en la Revelación, rechaza la autoridad Divina que garantiza esa verdad y la base sobrenatural del conjunto de la Fe. [8]
Ahora, la Revelación Divina, [9] la “enseñanza constante del Magisterio y el sentido moral de los cristianos“ [10] condenan claramente los actos homosexuales. Así, negar la maldad intrínseca del acto homosexual, y, aún más, reconocerlo como digno de práctica o de aceptación en el orden social es contradecir expresamente la Revelación Divina (y los preceptos del derecho natural).
[1] Para bajar gratuitamente nuestro libro La Revolución cultura, un smog que envenena a la familia chilena
[2] Paul Varnell, “Defending Our Morality,” Chicago Free Press, Agosto. 16, 2000. https://igfculturewatch.com/2000/08/16/defending-our-morality/
[3] Aristóteles definió la verdad como “la adecuación de la cosa y del intelecto.” Santo Tomás de Aquino dio continuidad a esta concepción aristotélica de la verdad”. Ver De Veritate, q.1; Summa Theologica, I, Q. 16.
[4] Ver Plinio Corrêa de Oliveira, Revolución y Contra-Revolución PDF
[5] http://www.catholicity.com/commentary/carlin/03706.html
[6] “El fin primario de la Revelación es que el hombre crea en las verdades reveladas por causa de la autoridad de Dios“ (P. Michaele Nicolau, S.J. y P. Joachim Salaverri, S.J., Sacra Theologia Summa, vol. 1, Cap. 2, no. 54). “Puesto que el hombre es enteramente dependiente de Dios como su Creador y Señor, y puesto que la razón creada está totalmente sujeta a la verdad increada, estamos sujetos por la fe a dar una obediencia completa del intelecto y de la voluntad al Dios que revela.” (I Concilio Vaticano, Constitución Dogmática sobre la Fe Católica, Cap. 3, sobre la fe. (Denzinger, 1789) Ver Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica, I, q. 1, a. 1-10 y II-II, q. 11, a. 1-4.
[7] “La Fe significa las doctrinas especulativas de la Revelación; la moral, las doctrinas prácticas de la Revelación. [En] la medida en que a la obligación del asentimiento se refiere, no habiendo ninguna diferencia entre ellas“. J. Harty, s.v. “Definición teológica,” en la Enciclopedia Católica (1908), vol. 4, P. 676.
[8] “El hombre que niega voluntariamente sólo una verdad de Fe niega de ese modo y rechaza la autoridad de Dios, que es el motivo único de la fe divina. Hay sólo una y misma autoridad para todas las verdades de la Fe, y esa autoridad una vez cuestionada o negada, se destruyen los fundamentos de la Fe. Debe ser todo o nada, una vez que las verdades de la fe deben ser recibidas basadas en la autoridad de Dios. No digo que un hombre no pueda tener una fe natural y humana e una fe imperfecta en algunas otras verdades después de que él haya rechazado una; pero en tal caso no puede haber fe divina alguna.” (P. Arthur Devine, C.P., El Credo explicado, Nueva York: Benzinger Bros., 1903, P. 24.
[9] Ver Ex. 20:1-17; Prov. 6:29; Ecl. 23:25 – 30; Lev. 18:22, 20:13; Deut. 22:22; Gen. 19:1 – 29, 13-13; Pedro 2. 2:6; ROM. 1:26 – 28; Efes. 5:5-6; 1 Cor. 6:9-10; Jud. 1:7.
[10] Congregación para la Doctrina de la Fe, Persona Humana, no. 8, Ver el Catecismo de la Iglesia Católica, no. 2357.