Uno de los principales factores que ha favorecido la expansión dramática del SIDA ha sido la promoción de falaces campañas en favor del así llamado “sexo seguro”, mediante el uso de preservativos.
En efecto, dichas campañas masivas promueven, especialmente entre los jóvenes, la idea de que es “moderno” el liberarse de las trabas que la Moral impone y que se puede tener una promiscuidad total en esa materia sin riesgo de contraer el SIDA u otras enfermedades venéreas.
De este modo, se les incentiva a lanzarse en todo tipo de degradaciones morales en materia sexual, con la ilusión de que no se contagiarán gracias al preservativo.
Según demuestran numerosos estudios, el preservativo protege del SIDA a lo más en un 80 % de los casos, pero no lo hace de modo alguno con relación a la mayor parte de las enfermedades trasmisibles por el sexo, tales como la sífilis, la gonorrea, el herpes genital, etc. [1]
Otro factor importante que aumenta el peligro de contraer esas enfermedades, es el uso incorrecto del preservativo “que alcanza al 50% entre los adolescentes, según el Medical Institute of Texas– y la deterioración de los preservativos durante su transporte y almacenamiento. [2]
Además, a medida que se tiende a la promiscuidad, el riesgo de contraer el SIDA puede llegar a un 100%, según afirma la International Parenthood Federation, una institución que no se puede pensar que quiera defender la Moral ya que se dedica a la promoción de todo tipo de formas de control de la natalidad, incluido el aborto.[3]
De este modo, siendo el SIDA una enfermedad mortal sin cura, el uso del preservativo viene a ser como el juego de la “ruleta rusa”, ya que en cada caso no se sabe qué eficacia tendrá. Sin embargo, estas informaciones son cuidadosamente ocultadas a la opinión pública por los promotores de dichas campañas, las cuales a menudo incitan a la más completa promiscuidad sexual.
Esta materia fue objeto recientemente de un estudio publicado por el Cardenal Alfonso López Trujillo, Presidente del Pontificio Consilium pro Familia. Basado en abundante y sólida documentación, “Familia y valores versus sexo seguro“, demuestra que la solución dada por la Iglesia de insistir en la abstinencia sexual hasta el matrimonio y en la fidelidad conyugal es la única solución capaz de erradicar completamente esta epidemia.
Con o sin riesgo de epidemia, la Iglesia Católica ha educado siempre para la castidad, la abstinencia prematrimonial y la fidelidad marital, las cuales están de acuerdo con la naturaleza humana y son necesarias para la preservación de la familia.
El descubridor del virus HIV, Luc Montagnier, afirma: “Los medios médicos son insuficientes. Es necesario educar especialmente a los jóvenes sobre los riesgos de la promiscuidad sexual“.[4]
Muchos podrán decir que ésta es una solución utópica. No obstante, ya existen millones de jóvenes que asumieron el compromiso de mantenerse castos hasta el matrimonio y guardar después la fidelidad matrimonial. (Ver, por ejemplo)
Por otra parte, es conocido el caso de Uganda, donde se ha obtenido un descenso constante de la epidemia gracias a una campaña en favor de la castidad y de la fidelidad en el matrimonio.
Un ejemplo muy ilustrativo de este método es lo ocurrido en Tailandia y Filipinas. Allí los primeros casos de SIDA fueron conocidos en 1984. En 1987, Tailandia tenía 112 casos y Filipinas 135. En 2003 hubo alrededor de 750.000 casos en Tailandia, donde se ha realizado una intensa campaña a favor del uso constante del preservativo. En cambio, en Filipinas existen actualmente sólo1935 casos, siendo que su población es 30 % mayor que la de Tailandia.[5]
A pesar de todo lo anterior, las campañas a favor del preservativo continúan promoviendo el libertinaje sexual, frecuentemente presentándolo como un triunfo de la libertad y de la civilización. Esta es la principal causa de la difusión de la epidemia.
Así lo afirma el Prof. Mauro Moroni, experto en enfermedades infecciosas: “El SIDA es una epidemia que se difunde por causa de un comportamiento. Si ese comportamiento es removido, el SIDA podrá ser detenido sin ninguna intervención profiláctica“.[6]
La solución está pues en promover un cambio de comportamiento en la población y en especial entre los adolescentes, en los propios programas de educación sexual, en vez de impulsarlos a la práctica del sexo prematrimonial, como se hace habitualmente.
La destrucción de la salud no es el único perjuicio para los jóvenes: se destruye de este modo su salud espiritual, mental y emocional, así como su futuro y sus vidas.
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[2] If someone tell You a Codom will keep you safe, folleto del Medical Institute for Sexual Health, Austin, Texas
[3] How Much do Comdoms protect Against Sexually Transmitted Diseases?, in IPPF Medial Bulletin, 31 (Feb.1997)
[4] L. Montagnier, Aids: natura del virus, in various authors, Vivere: perché? L”AIDS, Acts of the Fourth International Conference, Pontifical Council fro Health Pastoral Care, Vatican City, Nov. 1989.
[5] Telling the Truth: AIDS rates for Thailand and Phillipines, by Rene Josef Bullecer. M.D.http://www.hli.org/thailand%20and%20phillipines%20aids%20rates.html
[6] Mauro Moroni, in presentación en Milano Medicina 1987, citada por Lino Ciccone, Bioetica. Storia, principi, questioni, Edizioni Ares, Milan, 2003, p.380.