Comunicado de Prensa
21 de Abril de 2004
La distribución masiva de la llamada “píldora del día siguiente” ha levantado una serie de asuntos legales respecto de los cuales el Ministro de Salud ha pedido un informe. Entre ellos está si un alcalde tiene facultades para negarse a distribuir la píldora “por ser abortiva” o, al contrario, si puede distribuirla indiscriminadamente como medio de anticoncepción, como desafió el edil de Lo Prado.
Junto a estos problemas de orden legal, existen otros más profundo de orden moral y sobre el cual también urge una declaración de las autoridades eclesiásticas.
Siendo la “píldora del día siguiente” “un aborto por medios químicos”, como lo señaló en su oportunidad la Academia Pontifica para la Vida, y estando el aborto condenado por una excomunión “latae sententia”, es decir automática, según el Canon 1398, en la cual están comprendidos todos los que “procuran y realizan un aborto”, ¿incurren también en esta excomunión las autoridades públicas, sean de orden ministerial o municipal, que promueven la difusión de la píldora abortiva?
Esta aclaración no sólo se impone para orientar la conciencia de las autoridades que tendrán que tomar providencias al respecto, sino también para iluminar las conciencias de las posibles usuarias de tales píldoras, toda vez que muchas de ellas serán católicas no debidamente informadas al respecto y en muchos casos confundidas por informaciones y/o presiones de ciertos órganos de prensa a favor de su uso.
A este respecto constituye un ejemplo las declaraciones del actual arzobispo de St. Louis, Estados Unidos, quien advirtió a través de la prensa que si el candidato católico John Kerry se presentaba a comulgar, él se negaría a darle la Comunión, por sus opiniones favorables al aborto.
En carta Pastoral el Obispo Burke afirmó elocuentemente:”¦Una vez más y de modo insistente, yo, en cuanto obispo de la diócesis, hago un llamado a todos los católicos que tienen un mandato político para que hagan un examen de conciencia a la luz de sus obligaciones de defender la vida humana en todas sus etapas. Yo concluyo recordando que la separación entre la Iglesia y el Estado en nuestro país no puede ser entendida como una separación entre la fe y la vida. Nuestra fe y nuestras convicciones políticas no pueden ser compartimentos separados de nuestras vidas”.
Es lo que muchas conciencias esperan oír frente al escándalo de miles de pastillas abortivas difundidas impunemente por decisión de un Ministro que se define en forma pública como católico.
Juan Antonio Montes Varas
Director de Acción Familia