El Presidente de la DC, Senador Ignacio Walker, afirma “derecho a la vida”, pero las excepciones que acepta son tantas y tan vagas que equivalen a aceptar el aborto.
En artículo publicado ayer en la prensa bajo el titulo, “Sobre el Aborto”, el Presidente de la DC, Senador Ignacio Walker, expone la posición de su Partido, y la suya personal, al respecto del debate sobre este tema.
“No existen dos opiniones – que yo sepa – (…) sobre el respeto al derecho a la vida, incluida la vida humana en desarrollo uterino”, afirma. Más adelante, y a guisa de fortificar esta primera declaración, el autor responde que lo que existiría en el vientre materno, “es la gestación de la vida humana, que para nosotros es un valor y un derecho fundamental”. [1]
Lo que a primera vista pareciera ser un respaldo decidido la DC al derecho de nacer, está cuestionado por la afirmación de Walker. En efecto, tal derecho el Senador lo considera “en desarrollo uterino”, por lo tanto desde la anidación y no desde la fecundación. En consecuencia, habría una zona “gris” (entre la fecundación y la anidación) en la cual el que está por nacer no estaría protegido por esta declaración DC.
Tal distinción trae graves consecuencias para el derecho a nacer, pues si la vida no comienza con la fecundación, entonces la “píldora del día siguiente” sería, desde el punto de vista del derecho a la vida, perfectamente lícita, una vez que ella, entre sus efectos, impide la anidación. Ciertamente tales distinciones llevaron a que los parlamentarios DC en su casi totalidad se declararan a favor de su distribución en los consultorios Municipales, iniciando de este modo la despenalización del aborto.
Sin embargo, las restricciones del Senador al derecho de nacer, tan enfáticamente afirmado al inicio de su escrito, no se limitan a ese período de la gestación. Posteriormente el autor pasa a dar un elenco de excepciones que terminan por invalidar en la práctica lo que parece sostener en la teoría.
“Algunos de nosotros somos partidarios de despenalizar (no legalizar) el aborto en caso de violación de la madre”. Es decir, de acuerdo a los DC representados por su Presidente, el derecho a la vida, sólo sería para quienes fueron concebidos con entero consentimiento de ambos padres.
Tal excepción abre las puertas a un sinnúmero de situaciones que el Senador no puede desconocer. En efecto, el movimiento feminista, que postula el “derecho a elegir”, sostiene también que cualquier unión – inclusive la conyugal entre los esposos – constituye una “violación” si no es enteramente consentida por la mujer.
Por otra parte, ¿quién acreditará, y con qué pruebas, que la criatura que se pretende abortar fue realmente fruto “de una violación”? La “compasión” que el Senador DC parece demostrar con la madre “violada” se transforma en los hechos en un cruel desprecio del fruto inocente de sus entrañas.
Si tal posición hubiera estado vigente en los comienzos de nuestra conformación nacional, hoy no existiría la raza chilena, pues ella se generó muchas veces como fruto de uniones forzadas entre indios y españolas, raptadas en los famosos “malones” de la época colonial. Los casos inversos tampoco constituyeron excepción.
Por último, el Senador amplía sus restricciones al derecho de nacer manifestando sus dudas respecto al “’aborto eugenésico’, referido a la situación del feto inviable”, y se pregunta: “¿(…) En qué sentido puede hablarse del derecho a la vida cuando se trata de malformaciones incompatibles con la vida? (…) Declaro que en este caso no tengo una convicción formada.”
La expresión “malformaciones incompatibles con la vida” es de una amplitud tal que puede llevar con toda facilidad a la elección de hacer nacer sólo a los niños perfectamente sanos y robustos, pues ellos sólo tendrían una plena “compatibilidad” con la vida. ¿Cuál será la “calidad de vida” de niños que nacen con síndrome de Down, ciegos, parapléjicos, etc? ¿Serán ellos considerados “compatibles” con la vida?
Esta posición no puede dejar de recordar la política de selección de los nacimientos aplicada en Alemania durante el período nazi para la conformación de la “super raza aria”.
Como se ve, después de unas afirmaciones que parecen garantizar el derecho a la vida, en concreto se lo demuele en casi todos los casos.
No llama la atención tal posición en el Presidente de un Partido que, desde sus orígenes, se declara cristiano y no ha hecho otra cosa sino combatir los principios de la doctrina católica. Recuérdese por ejemplo, las declaraciones del Presidente Frei Montalva a favor de hacer “miles de propietarios” con la Reforma Agraria y lo que produjo no fue sino miles de esclavos del Estado a través de los “asentamientos” dependientes de la CORA, por lo demás fracasados y ruinosos por causa de su propio colectivismo.
¿Qué le queda hoy de cristiano a la DC, después de unirse con el PC y apoyar el aborto?
[1] Cfr. “El Mercurio”, 28 de Marzo de 2012