La inspiración del Espíritu Santo y los panes de Navidad
23/12/2022 | Por Acción FamiliaLa Civilización cristiana inspiró maravillas en el pensamiento, el arte y también en la culinaria. El pan de Navidad es uno de sus dulces frutos.
La Civilización cristiana inspiró maravillas en el pensamiento, el arte y también en la culinaria. El pan de Navidad es uno de sus dulces frutos.
A mi alrededor, en la mirada de muchos de los conocidos y desconocidos con quienes me cruzo por la calle, de los amigos a cuyo lado lucho y trabajo, de los íntimos cuya amistad me ha acompañado a lo largo de los años que se van, noto una sed espiritual mal saciada, y un deseo mudo y tal vez subconsciente de volver a encontrar un poco de la verdadera alegría de la verdadera Navidad.
Ante este mundo que hipertrofió hasta el delirio la importancia de lo que conduce a la vida material abundante, amplia y segura, Nuestro Señor nos da, por ocasión de la Santa Navidad, una doble lección del mayor alcance.
Un hogar no es maravilloso porque nos abrigue o caliente, ni que nos proteja con sus muros, sino que haya lentamente depositado en nosotros provisiones de dulzura. Que forme en el fondo de nuestro corazón, este macizo oscuro del cual nacen, como el agua del manantial, los sueños.
La Redención de la humanidad, determinó la caída del paganismo, el aparecimiento y el triunfo de la Iglesia Católica, la implantación de una civilización basada en concepciones completamente nuevas de la familia, del Estado, del individuo y de la Religión
Un milagro portentoso de la Santísima Virgen salva a los Tercios españoles acorralados den Empel.
«¡Soldados! El hambre y el frío nos llevan a la derrota, pero la Virgen Inmaculada viene a salvarnos».
La Santísima Virgen María, Madre de Dios… en el primer instante de la infusión de esa alma en su cuerpo, fue preservada de la mancha del pecado original por una gracia especial y un privilegio de Dios, en previsión de los méritos de Jesucristo, su Hijo y Redentor de la raza humana.»
Todos se preparaban así para acoger al Niño Dios, que en el virginal sagrario materno, se acercaba cada día más del bendito momento en que iniciaría su convivencia salvífica con los hombres. A medida que nos acercábamos a esa noche, la compunción iba cediendo lugar a la alegría.
Un cúmulo de males había invadido la tierra, porque la mayoría de los hombres se habían alejado de Jesucristo y de su ley santísima, así en su vida y costumbres como en la familia y en la gobernación del Estado
Lo que nos queda es una devoción mayor, una confianza más especial, y, por así decir, una intimidad más acentuada con Nuestra Señora, de tal manera que en todas las vicisitudes de la vida sabremos pedir con más respetuosa insistencia, esperar con más invencible confianza, y agradecer con más humilde cariño todo el bien que Ella nos haga.