Entender la angustia del hombre contemporáneo
25/05/2022 | Por Acción FamiliaEl mundo de hoy anda muy agitado. Esa agitación parece proceder de una frustración profunda. ¿Cuál es la causa de esa frustración? ¿Qué espera la gente de la vida?
El mundo de hoy anda muy agitado. Esa agitación parece proceder de una frustración profunda. ¿Cuál es la causa de esa frustración? ¿Qué espera la gente de la vida?
Estamos expuestos a una información más caótica de la que podemos manejar. Así, la vida se convierte en un rápido y distraído revoltijo de clics, gustos y diversiones que llenan un día agotador. Hay poco o ningún tiempo para el pensamiento.
Los edificios fríos, geométricos, casi inhumanos de hoy nos hacen añorar las casas acogedoras, tranquilas, amigables y reposantes de otrora. Eran casas proporcionadas al hombre, que no tenían solamente por finalidad abrigar convenientemente al cuerpo hombre, sino principalmente su alma.
La admiración desinteresada es el ápice y la alegría de nuestras vidas. “Las almas alegres y buenas están siempre satisfechas, porque están prontas a admirar. Ellas conocen el deber y el deleite de la admiración.”
«Una vida apacible, familiar y distinguida». Así me describió un amigo este lienzo de Fernando Laroche, que se encuentra en el Museo de Bellas Artes, representando la Alameda, antiguamente llamada de Las Delicias, en Santiago, hacia 1900. El comentario me pareció muy acertado, pues el pintor efectivamente supo transmitir la tranquilidad de ese Santiago, que
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Hace algunos meses publicamos en esta página web y en las redes sociales un artículo con esta fotografía. Ella representa a una señora santiaguina subiendo al Cerro Santa Lucía. Leyendo los comentarios no pude dejar de constatar que casi todos tenemos nostalgias de otros tiempos, de otras costumbres, de otras ciudades, etc. Me surgen entonces
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Dos ambientes populares, dos formas de existencia, dos concepciones del trabajo. De un lado, el contenido de vida tranquilo y digno, el ambiente modesto pero lleno de temperante lozanía, la concepción bautizada y afable del trabajo cristiano. Por otro lado, la vida opresiva y agotadora, el ambiente saturado de egoísmo y de odio, la concepción materialista, brutal y mecánica del trabajo pagano.
La decoración de la fachada de esta casa reproduce aspectos pintorescos de la vida de antaño. Esta alegría de vivir ha desaparecido de los exteriores impersonales hechos de vidrio en los edificios modernos.
Es en la mortificación, en la sobriedad, en la seria y efectiva integración en una normal y, a veces, dolorosa vida cotidiana que el hombre adquiere ese virtuoso balance que le permite el placer del vivir.
el santo está paseando en instantes de esparcimiento. La sonrisa afable, casi cariñosa, el gesto del brazo que se extiende, de la mano que se abre, expresan una acogida franca y paternal. En todos los circunstantes se nota el efecto de la presencia del Pontífice: mucho respeto, que no excluye una suave y natural alegría.