Stalin cumplió sus amenazas porque nadie lo detuvo. En estos momentos, nadie es capaz de detener a Putin tampoco.
Una y otra vez ‒durante toda mi vida adulta, o al menos eso siento‒ me han mostrado fotografías polacas del hermoso verano de 1939: niños jugando bajo el sol, mujeres elegantes en las calles de Cracovia. Incluso vi una foto de un matrimonio que se realizó en junio de 1939 en los jardines de una casa de campo polaca que ahora es de mi propiedad. Todas estas fotos transmiten una sensación de fatalidad, porque sabemos lo que sucedió después.
En septiembre de 1939 se produjo la invasión tanto del Este como de Occidente, la ocupación, el caos, la destrucción, el genocidio. La mayoría de las personas que asistieron a ese matrimonio en junio muy pronto estaba muerta o en el exilio. Ninguno de ellos volvió alguna vez a la casa.
En retrospectiva, todos ellos ahora se ven ingenuos. En vez de celebrar matrimonios, deberían haber abandonado todo, haberse movilizado, haberse preparado para una guerra total mientras todavía era posible. Y ahora tengo que preguntar: ¿Los ucranianos deberían hacer lo mismo en septiembre de 2014? ¿Los centroeuropeos se les deberían unir?
Comprendo que estas preguntas suenen histéricas, y ridículamente apocalípticas, para los lectores estadounidenses o europeos occidentales. Pero permítanme extenderme, aunque solo sea porque esta es una conversación que están teniendo muchas personas en la mitad este de Europa en estos momentos. En los últimos días, tropas rusas portando la bandera de un país antes desconocido, Novorossiya, han cruzado la frontera suroriental de Ucrania.
La Academia Rusa de Ciencias anunció que publicará una historia de Novorossiya en los próximos meses, la que presumiblemente va a rastrear sus orígenes hasta Catalina la Grande. Se dice que diversos mapas de Novorossiya están circulando en Moscú. Algunos incluyen Jarkov y Dnipropetrovsk, ciudades que aún están a cientos de kilómetros de donde se están librando los combates. Algunos de los mapas sitúan a Novorossiya a lo largo de la costa, de modo que conecta a Rusia con Crimea y finalmente con Transnistria, la provincia de Moldavia que está ocupada por los rusos. Aun cuando parta como un resto de un estado, no reconocido ‒Abjazia y Osetia del Sur, «estados» que Rusia arrebató a Georgia, son los modelos aquí‒ Novorossiya puede crecer con el tiempo.
Los soldados rusos tendrán que crear este estado ‒cuántos de ellos depende de la dura pelea que dé Ucrania, y de quién los ayude‒ pero con el tiempo Rusia necesitará más que soldados para mantener este territorio. Novorossiya no será estable mientras esté habitado por ucranianos que quieran seguir siendo ucranianos. Hay una solución conocida para esto también.
Hace unos días, Alexander Dugin, un nacionalista extremo cuyos puntos de vista han ayudado a definir los del Presidente ruso, entregó una declaración extraordinaria. «Hay que hacer una purga de idiotas en Ucrania«, escribió; y luego llamó al «genocidio» de la «raza de los bastardos».
Sin embargo, también será difícil sostener Novorossiya si tiene opositores en Occidente. Las soluciones posibles a ese problema también se están analizando. No hace mucho, Vladimir Zhirinovsky ‒miembro del Parlamento ruso y ‘bufón de la corte’ que a veces dice cosas que los que están en el poder no pueden decir‒ manifestó por televisión que Rusia debería utilizar armas nucleares para bombardear Polonia y los países bálticos ‒»estados enanos», los llamó‒ y demostrar a Occidente quién realmente tiene el poder en Europa: «Nada amenaza a EE.UU., está a gran distancia. Pero los países de Europa del Este se pondrán por sí solos bajo la amenaza de la aniquilación total», declaró. Vladimir Putin es indulgente con estos comentarios: las declaraciones de Zhirinovsky no son la política oficial, señala el Mandatario, pero él siempre «arma una fiesta».
Una persona muchísimo más seria, el analista ruso disidente Andrei Piontkovsky, hace poco publicó un artículo en el que sostenía, a través de líneas que hacían resonar las amenazas de Zhirinovsky, que Putin realmente está sopesando la posibilidad de ataques nucleares limitados ‒quizás contra una de las capitales bálticas, quizás una ciudad polaca‒ para demostrar que la OTAN es una entidad hueca, sin sentido que no se va a atrever a responder un ataque por temor a una catástrofe mayor.
En realidad, en los ejercicios militares de 2009 y 2013, el ejército ruso «practicó» abiertamente un ataque nuclear contra Varsovia.
¿Todo esto no es nada más que el delirio de lunáticos? Quizás. Y quizás Putin es demasiado débil para hacer alguna cosa como esta, y quizás son simplemente tácticas intimidantes, y quizás sus oligarcas lo detendrán. Pero también «Mein Kampf» les parecía algo histérico a las audiencias occidentales y alemanas en 1933. Las órdenes de Stalin de «liquidar» a todas las clases y grupos sociales dentro de la Unión Soviética nos habrían parecido igualmente dementes en ese momento, si hubiéramos podido escucharlas.
Sin embargo, Stalin mantuvo su palabra y llevó a cabo las amenazas, no porque fuera loco sino porque él seguía su propia lógica hasta sus conclusiones finales con una intensa dedicación; y porque nadie lo detuvo.
En estos momentos, nadie es capaz de detener a Putin tampoco. Por lo tanto, ¿es histérico prepararse para una guerra total? ¿O es ingenuo no hacerlo?
En los ejercicios militares de 2009 y 2013 , el ejército ruso «practicó» un ataque nuclear contra Varsovia.
* Anne Applebaum, periodista y escritora especialista en Europa del Este y en la Unión Soviética / Rusia, hace un análisis de la peligrosa situación internacional a que nos está conduciendo Putin.