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¿La paz es siempre un bien y la guerra siempre un mal? (Podcast)

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El riesgo de la diseminación del terrorismo por el Continente, incluyendo a Chile, si se aprueban los acuerdos de paz con las FARC, , es preocupante. Sus vínculos con los grupos subversivos en Chile han sido establecidos.

La semana pasada, el país celebró las glorias del Ejército chileno y, como todos los años, se llevó a cabo el desfile de las instituciones armadas por la elipse del parque O’Higgins proyectado por los canales de Televisión a todos los hogares del País.

En la foto, el Presidente Santos, Raúl Castro y «Timochenko», jefe actual de la guerrilla, en las conversaciones de Havana

Quizá algún auditor se puede haber preguntado, viendo tanto despliegue guerrero, si tiene sentido celebrar la capacidad bélica del país y si no sería mejor dar a conocer las iniciativas de paz que los organismos diplomáticos desarrollan para evitar cualquier posibilidad de enfrentamiento entre nuestros vecinos.

El eventual objetor a la Parada militar podría argumentar que, como se sabe, lo primero que los ángeles cantaron cuando Nuestro Divino redentor nació en Belén fue: “Gloria a Dios en el cielo y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”.

A lo anterior podría también agregar que el saludo de  Nuestro Señor a sus Apóstoles después de la Resurrección también fue la invocación: “La paz sea entre Vosotros”.

¿Debemos entonces concluir que la paz es siempre un bien y la guerra siempre un mal?

Para responder a esta pregunta es necesario distinguir lo que entendemos por paz. San Agustín la define como “la tranquilidad en el orden”. Es decir, la paz no  es sino el fruto del orden. Y el mismo santo nos indica que cuando no existe orden y, para restablecerlo, se hace necesario emplear la fuerza,  se trata de una guerra justa y necesaria.

Sobre el particular precisa el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira:

“Con respecto a la paz, hay dos actitudes doctrinales completamente diferentes, que, por desgracia, el público confunde a menudo:

1.-  la posición de la Iglesia Católica, que considera la paz como un bien inestimable, pero admite la guerra en algunos casos como un derecho y en ciertos casos incluso como un deber sagrado;

2.- la posición de los pacifistas extremados que consideran la guerra (siempre) como un mal intolerable y, por ello, la paz como un bien que a toda costa debe ser preservado. (…)

[Sobre] la cuestión de la legitimidad de la guerra, tomemos dos ejemplos clásicos. Uno de ellos es la legítima defensa. El otro es la guerra santa. En el caso de la legítima defensa, la guerra es un derecho indiscutible. En el caso de la guerra santa, no existe sólo un derecho, sino un deber”.

Estos principios se aplican muy exactamente a lo que está en juego en el plebiscito que tendrá lugar el 2 de octubre próximo en Colombia.

Naturalmente, todos los colombianos quieren la paz. No podría ser de otro modo, después de cerca de medio siglo de  atentados, secuestros y acciones guerrilleras de las llamadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, más conocidas como las FARC, las cuáles han cobrado centenas de miles de víctimas inocentes.

Sin embargo, la paz no se alcanza a cualquier precio, menos garantizando un estatus de privilegiados a los agresores. Es lo que acaba de manifestar una entidad católica de ese país, llamada “Tradición y Acción”.

En un manifiesto, la entidad explica las 18 razones por las cuales ella llama a la ciudadanía a rechazar con un rotundo No, en el próximo plebiscito, los peligrosos acuerdos de paz negociados por el gobierno. Damos a continuación algunas de ellas, para conocimiento de nuestros auditores.

NO a la total impunidad para las FARC

Por cada víctima, evidentemente hay un delito o un crimen. Uno de los puntos más chocantes del Acuerdo es la consagración de la total impunidad para las FARC. Ninguno de los guerrilleros pagará un día de cárcel, ni siquiera los responsables de delitos atroces, ni los de lesa humanidad. Basta que declaren ante los jueces del Tribunal para la Paz que se creará, que no sólo serán indultados y quedarán libres, sino que, acto seguido, podrán ser elegidos o nombrados por el gobierno en cargos públicos. Y además, tampoco podrán ser extraditados por los delitos ligados al narcotráfico”.

Todos los crímenes de las FARC quedarán impunes.

Todos los crímenes de las FARC quedarán impunes.

NO hay claridad acerca de la supuesta “dejación de las armas”

Mientras dure el proceso de entrega de armas, que será de 180 días, éstas se guardarán en contenedores (…). Cada guerrillero conservará consigo su arma personal, mientras que el armamento pesado, las armas más sofisticadas, la dinamita y las granadas, quedarán guardadas en caletas secretas, cuya ubicación supuestamente solo será conocida por funcionarios de la ONU. ¿Qué garantías hay de que no habrá depósitos clandestinos de armas que serán usadas después por disidentes o que pasen a otros grupos subversivos?

NO al hecho escandaloso de ignorar que las FARC son el mayor cartel de drogas del mundo 

Aunque todos los colombianos saben que las FARC son el cartel de drogas más poderoso del mundo, el Acuerdo Final no dice una sola palabra sobre la producción y el comercio de cocaína por parte de esa organización. En ningún punto del Acuerdo se dice que las FARC reconocen que se dedican al narcotráfico y mucho menos que dejarán de hacerlo.

NO a que las FARC usen los dineros ilícitos del narcotráfico en la política

¿Dónde está escondido el dinero acumulado por las FARC? Esos cientos o miles de millones de dólares, manchados de sangre por todos los crímenes cometidos, ahora serán la fuente de financiación del partido político que formarán. En ninguna de las páginas del Acuerdo Final hay alguna referencia acerca de dónde está ese dinero y menos aún sobre el peligro que representa que con él se haga política.

NO a que se actúe como si las FARC hubieran sido víctimas del conflicto

Durante décadas las FARC han masacrado, secuestrado, extorsionado y desplazado a cientos de miles de colombianos. Sin embargo, no reconocen uno solo de los crímenes cometidos, ni hablan de una sola víctima por efecto de sus continuos ataques contra la población civil o a la Fuerza Pública. Apenas hay una leve referencia a los organismos del Estado y a los “paramilitares”, como actores de los conflictos que ocasionaron las víctimas.

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Por similares razones a las aquí expuestas, los expresidentes Alvaro Uribe y Andrés Pastrana, pidieron que la población votara contra el acuerdo, que también ellos consideran dañino para la paz social. Mediante un comunicado de prensa los ex mandatarios pidieron asimismo que los jefes de Estado y de Gobiernos extranjeros se abstengan de asistir a la firma de la paz entre el Gobierno colombiano y las FARC, por considerar que su asistencia sería una “intromisión en asuntos internos”, que incidiría en el resultado del plebiscito.

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Algún auditor nos podrá preguntar qué relación tenemos los chilenos con el plebiscito en Colombia y por qué tratamos de un tema que nos es tan lejano.

Al respecto es necesario señalar que nuestro continente constituye un solo conjunto de pueblos que compartimos la misma Fe, la misma raza y el mismo idioma, y en ese sentido estamos hermanados en aquello que nos es más esencial.  Por ello, la situación que hoy sufre la nación Colombiana no nos puede dejar indiferentes.

Pero, además, nadie puede garantizar que los elementos de las FARC que decidan mantener su acción subversiva y criminal no se diseminen por el resto del continente, entre los cuales nuestra propia nación. Ya en varias oportunidades el Gobierno Colombiano ha advertido a Chile de los permanentes nexos entre esos guerrilleros con los subversivos nacionales. No extrañaría entonces que la violencia aquí se viera incrementada y agravada con la presencia de elementos de las FARC.

Todo ello nos lleva a tomar conocimiento de lo que ocurre y de lo que se decidirá en el próximo plebiscito del 2 de octubre.

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24/09/2016 | Por | Categoría: Situación Internacional
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