El gobierno socialista de Francia anunció la creación de un «Observatorio Nacional de Laicidad», una iniciativa que en la práctica se traduciría en una violación a la libertad religiosa con la deportación de musulmanes, judíos y cristianos que sean considerados portadores de una «patología religiosa».
La “moral laica en la escuela”
Este organismo, señala un comunicado oficial de la presidencia, «tendrá como tarea formular propuestas sobre la transmisión de la ‘moral pública’ para darle un lugar digno de ella en la escuela». En setiembre, Vincent Peillon, Ministro de Educación había anunciado la aplicación de una misión para la transmisión de la “moral laica” en la escuela, que será una disciplina completa y con nota.
Aunque el comunicado no precisa los alcances del Observatorio, ha sido el Ministro del Interior, Manuel Valls, quien explicó su misión. El funcionario indicó que «el objetivo no es combatir las opiniones con la fuerza, sino detectar y comprender cuando una opinión se hace potencialmente violenta y llega al exceso criminal. El objetivo es identificar cuando es bueno intervenir para lidiar con lo que se convierte en una patología religiosa».
Valls –cuyo gobierno permite la pornografía con muchachas de 18 años de edad– resaltó que el Observatorio se enfocará en extremistas de todos los credos y puso como ejemplo al grupo lefebvrista Civitas, cuyas acciones consideró «en los límites de la legalidad», cuando ha protestado en más de una ocasión contra el aborto, la ley de uniones gay y en defensa de la libertad religiosa.
Sobre esta iniciativa del gobierno francés, la agencia Reuters señala que «Francia deportará a imanes extranjeros y radicales desbandados de grupos religiosos, incluyendo a los tradicionalistas católicos de línea dura, si una nueva política de seguridad revela que sufren de una ‘patología religiosa’ y pueden hacerse violentos».
Valls dijo además que «los creacionistas en Estados Unidos y en el mundo islámico, los extremistas musulmanes y los católicos ultratradicionalistas y los judíos ultraortodoxos quieren vivir separadamente del mundo moderno».
Con este Observatorio, el gobierno de Francia sería quien decida quiénes son los católicos «que se portan bien» cuando en el país se debate una ley para legalizar las uniones homosexuales que fue rechazada el pasado 17 de noviembre por una marea humana de un cuarto de millón de personas, aproximadamente, que salió a las calles de las principales ciudades del país.
Vuelve el laicismo agresivo
El Elysée ha anunciado su creación el domingo, aniversario de la ley del 9 de diciembre de 1905, [1] que separó la iglesia del Estado francés.
“El Presidente de la república aprovechar esta ocasión para recordar que la ley de 1905 permite responder a los problemas del tiempo presente, y ha anunciado el establecimiento en 2013 del “l’Observatoire national de la laïcité” ‒ Observatorio del Laicismo (comunicado del Gobierno)
El Gobierno socialista francés ha desplegado toda una ofensiva contra la Iglesia católica, con la amenaza de expropiar edificios del Arzobispado de París y de crear un Observatorio Nacional de la Laicidad. A juicio de no pocos observadores, los socialistas franceses han subestimado el peso de los católicos en la sociedad…
Fuentes: franceinfo.fr y ACI
[1] La ley de 1905 de separación de la Iglesia y del Estado, presentada ahora como fundadora de la laicidad, un modelo de tolerancia y de progreso fue antes de todo la culminación de un largo periodo de pasiones, de intolerancia y de violencias para excluir a Dios y a los católicos de Francia.
Las ideas de Voltaire y su guerra contra la “infame”, la “bestia inmunda” habían conquistado una parte de la burguesía a fines del siglo XVIII. No sólo en Francia, sino en casi toda Europa: era el siglo de las “Luces”. Las “luces” contra el oscurantismo, el “fanatismo religioso”. Ese era el estado de espíritu que reinaba a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.
Con la famosa ley de 1901 sobre las asociaciones, el Estado multiplicar os obstáculos contra la congregaciones religiosas. Su existencia civil es suspendida por una ley del Parlamento. Toda congregación no autorizada está fuera de la ley. Todas las congregaciones deben prestar cuenta de sus ingresos y gastos a los alcaldes, pero también deben dar la lista de sus miembros y el inventario de sus bienes. Una mayoría de religiosos habiéndose negado a doblegarse a este texto, fueron dispersadas trescientas congregaciones.
El gobierno de Emile Combes, continuará esa línea. A partir de 1902, a se cerrar tres mil establecimientos católicos y prohíbe el catecismo. En Bretaña, rey de las prédicas en bretón. La sordera religiosas que habían tratado de encuadrarse en la ley de 1901 sobre las asociaciones ‒ más de cuatrocientas‒ son disueltas sin miramientos. Las expulsiones, las dificultades, el cierre de iglesias y de capillas se multiplican. Se llega a molestar a los fieles que asisten a los oficios.
¡Curiosa concepción de la democracia!
Finalmente, es Aristide Briand que presenta en la Cámara su proyecto de separación de la Iglesia y el Estado.
En diciembre de 1905 la ley es promulgada. Entre otras cosas prevé que sea hecho un inventario de todos los bienes eclesiásticos. Los funcionarios encargados de hacerlo tendrán todos los derechos para realizar búsquedas.
Rápidamente la tensión sube. El clero decide hacer una oposición pasiva, pero no ocurre lo mismo con los fieles. Estos impiden a los funcionarios entrar en las iglesias haciendo una barrera humana; expulsando a veces violentamente a aquellos que habían entrado. Las fuerzas del orden intervienen, las escaramuzas dejan decenas de heridos. El papa Pío X publicándose encíclicas protestando contra esta situación. El gobierno decide: la ley de 1905 será aplicada en todo su rigor.
Un año después la ley entrará en vigor. El Nuncio es expulsado, todos los edificios eclesiásticos son expropiados. Son transformados en edificios públicos y entregados a los municipios, a los tribunales, etc.