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Cartouche y la convulsión social en Chile

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Cartouche bandido y formador de bandidos
La fisonomía aparentemente ingenua de un bandido terrible, Louis-Dominique Cartouche

Los instintos sanguinarios, que dormitan en el alma moderna por generaciones en personas civilizadas y honestas, se despiertan rápidamente en contacto con el ejemplo y, sobre todo, en la atmósfera de desorden social que genera toda anarquía.

Apariencias que engañan

Cartouche [1], bajo un aspecto modesto e inofensivo, tenía esas cualidades de autoridad, coraje, actividad, método y habilidad que aseguran el éxito de cualquier empresa, tanto en el mal como en el bien.

¿Pero esto significaba «que podría haber hecho por la virtud lo que hizo por el vicio»?

Sería quimérico creerlo. La inclinación natural de su mente constantemente lo llevó de vuelta al camino equivocado. Deliberadamente volvió a caer en el mal, cada vez que las circunstancias lo habían apartado momentáneamente.

Inclinaciones negativas

Indudablemente, en el espíritu humano, hay seres en regresión, refractarios a la civilización del alma ‒la única que cuenta‒ y que se comportan en la sociedad moderna como bestias salvajes que nunca dejan manifestar sus implacables instintos de la jungla, las despiadadas leyes del estado de la naturaleza.

Los verdaderos derechos del hombre nacen de sus deberes con Dios

Cartouche fue uno de estos seres primitivos, sumido en la corrupción de la Regencia.[2] Maravillosamente dotado, aplicó todas sus cualidades al mal y, por el dominio que mostró allí, por su feliz audacia y su impunidad, despertó imitadores y formó seguidores.

Estos instintos sanguinarios, que dormitan en el alma moderna por generaciones en personas civilizadas y honestas, se despiertan rápidamente en contacto con el ejemplo y, sobre todo, en la atmósfera de desorden social que genera toda anarquía.

La pérdida de la moral y la aparición de estos seres nefastos

La Regencia, el gobierno de golpe de Estado, un gobierno débil, un gobierno de subterfugios, habían creado problemas y desmoralización en todas partes.

El escepticismo libertino, la irreligión burlona del duque de Orleans; el ejemplo inmoral de sus secuaces y sus amantes, la rotunda bancarrota del sistema de la Law perturbando las finanzas; la locura del juego; amor del lucro fácil; la provocación de un lujo insolente de los nuevos ricos que se pavonea por todas partes; y la política exterior de abdicación del abate Dubois, elevando su escandalosa fortuna con la humillación de Francia; la degradación de espíritus y caracteres; el servilismo del poder judicial; la venalidad demasiado frecuente y la indulgencia del clero; el abandono de la fe religiosa; la búsqueda desenfrenada de placer y ganancias; la inmodestia de las mujeres; el dominio soberano del dinero; todos estos fermentos constitutivos de descomposición social que, lógicamente, llevarían a despertar el antiguo y primitivo instinto de asesinato y robo, del cual un Cartouche era el espécimen más típico y la expresión más asombrosa de su tiempo.

Tengamos cuidado de no olvidar la terrible lección de la historia, de política y psicología social de tal ejemplo.

Fuente: Henry Robert, Les Grands Procès de l’Histoire, Vº Série


Notas:

[1] Louis-Dominique Cartouche (1693 – París, 1721), mejor conocido como Cartouche, era un legendario bandido francés, líder de una cuadrilla y mujeriego, conocido por robar a los ricos en las afueras de París

[2] La Regencia, en la historia francesa, hace referencia al periodo posterior a la muerte de Luis XIV, entre el 1 de septiembre de 1715 y el 16 de febrero de 1723, durante el cual el rey Luis XV era menor de edad y Francia estaba gobernada por un regente, Felipe de Orleáns.

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10/03/2020 | Por | Categoría: Revolución Cultural
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