No existe, por así decir, ninguna transformación que no produzca una nivelación; que no favorezca, directa o indirectamente, el caminar de la sociedad hacia un estado de cosas cada vez más igualitario.
Todos somos testigos de una multitud de hechos, aparentemente sin conexión entre ellos, que introducen pequeñas modificaciones en la vida de todos los días, en un sentido siempre más igualitario.
Este movimiento igualitario, a medida que crece, se torna cada vez más dictatorial. Recientemente hemos podido ver que, bajo pretexto de igualdad, son aceptados o impuestos por ley los comportamientos más reñidos con la moral católica. Así, se ha pleiteado la legalización del crimen del aborto “porque los ricos pueden hacerlo y los pobres no”.
En muchos lugares, las uniones homosexuales son legalizadas como “matrimonio igualitario” porque, según dicen sus promotores, constituye una discriminación el que no se concedan a estas uniones los mismos derechos que al matrimonio heterosexual.
Los ejemplos son tan numerosos que su inventario sería interminable.
Pero, dirá alguien, ¿no es verdad que todos somos iguales? ¿Que la igualdad es sinónimo de justicia o de equidad, como se dice ahora?
Por otra parte, es fácil comprender que una igualdad absoluta es utópica. Entonces, ¿dónde está el equilibrio? ¿Cuáles son los límites de una desigualdad legítima?
Es lo que hemos tratado en este pequeño libro electrónico, basado en la razón y en documentos pontificios, que le ofrecemos gratuitamente.
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