El
actual Pontificado se ha caracterizado por una serie de gestos
sensacionales que han trastocado doctrinas y costumbres milenarias,
derribando incluso el Magisterio de los Papas más recientes.
El propio Francisco ha declarado que quiere llevar a cabo un "cambio de
paradigma", es decir, una reforma radical de la estructura misma de la
Iglesia y de su doctrina.
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Abandonando la teología basada en Dios, la teología moderna pretende
partir de la existencia concreta del hombre y de su devenir histórico,
es decir, de supuestos variables y en continua evolución. De este modo,
la teología moderna corta de raíz cualquier posibilidad de alcanzar una
verdad inmutable, y se convierte en un análisis meramente "pastoral" y,
por tanto, efímero.
Los progresistas han construido una nueva
teología basada en el discernimiento de los "signos de los tiempos"
como punto de referencia clave. A pesar de haber sido
condenada formalmente por Pío XII, esta nueva teología subyace a casi
todo el pensamiento católico moderno.
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