Ese otro mundo existe, es la Civilización Cristiana, es la ciudad católica. No se trata sino de instaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos, contra los ataques siempre nuevos de la utopía malsana de la revolución y de la impiedad
«El 11 de Septiembre del 2001 el Mundo dejó de ser el que había sido hasta ese día«. Este titular llenó la primera página del Corriere della Sera, escrito por su director Stefano Folli. En efecto, este atentado fue seguido seguido de los de Madrid, Londres y de una infinidad de otros en diversos países.
¿Cual será el próximo paso?, nos preguntábamos años atrás. Los acontecimientos fueron mostrándolo. El terrorismo islámico continuó su incremento de modo vertiginoso hasta el día de hoy, en una Europa que va siendo invadida por multitudes de inmigrantes, de los cuales muchos no son otra cosa que terroristas .
Sentimos asomar una angustia que alcanza a sectores cada vez más amplios de la humanidad. Vivimos una situación no muy diferente de la del fin del imperio romano, de las grandes invasiones bárbaras, cuando las personas se preguntaban angustiadas: ¿Cuando vendrá la próxima horda? Era un mundo que se hundía…
Algunos piensan que el comunismo ha muerto, pero en vez de la era de paz y de progreso tan justamente prevista, ha surgido una confusa situación de violencia que no es exagerado definir como caótica. «Caos» y «post-modernidad» son de hecho conceptos que se aproximan cada vez más, al punto de tender a confundirse.
El hombre ha sido creado por Dios para vivir en la paz y en la tranquilidad. Toda su naturaleza aspira a ello. Cuando en vez de eso, es forzado a vivir en la incertidumbre, en la confusión y en la violencia, sus fibras más íntimas se tensan, se retuercen, se dilaceran… He aquí la causa profunda de aquello que muchos psicólogos llaman el «malestar contemporáneo», que el aumento vertiginoso del consumo de psicofármacos entre la gente joven, muestran como síntoma dramático.
La Izquierda supo percibir esta sensación de desasosiego, lanzando el slogan propagandístico «otro mundo es posible«, queriendo decir que ella tiene una salida para esta situación. Visto de cerca este nuevo mundo propuesto por la Izquierda, no es sino la exacerbación de la fermentación revolucionaria que nos han conducido a la actual situación.
Los católicos podemos y debemos, en lugar de ellos, proclamar en alta voz: Sí, otro mundo es posible. De hecho ya existió; se trata sólo de restaurarlo. Es el mundo de la Civilización Cristiana, como lo explica San Pío X:
«No, la civilización no está por inventarse, ni la ciudad nueva por construirse en las nubes. Ha existido. Existe, es la Civilización Cristiana, es la ciudad católica. No se trata sino de instaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos, contra los ataques siempre nuevos de la utopía malsana de la revolución y de la impiedad«.
Restaurar la Civilización Cristiana es pues la única salida al caos contemporáneo.
¿Pero qué es la Civilización Cristiana?
El Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, en su obra magistral, Revolución y Contra-Revolución, afirma:
«Si la Revolución es el desorden, la Contra-Revolución es la restauración del Orden. Y por Orden entendemos la paz de Cristo en el Reino de Cristo. O sea, la civilización cristiana, austera y jerárquica, fundamentalmente sacral, antiigualitaria y antiliberal«
¡Sí, otro mundo es posible!
Adaptación de la revista: Tradizione Famiglia Proprietá