Este año se vivió en Valparaíso un 21 de mayo diferente. Los tradicionales festejos con los que recordamos el Combate Naval de Iquique tuvieron un esplendor mayor que lo habitual.
Esas celebraciones contribuyen a aumentar en todos los chilenos la estima que debemos tener a los héroes de nuestra Historia, lo que es especialmente importante cuando se tiene en vista la formación de los niños. Ellos son los primeros en formarse una noción y a amar al País en que nacieron, gracias a los héroes que se celebran.
Los niños no son capaces de ideas abstractas, como las nociones de Patria o Nación. Ésos son conceptos que escapan a su capacidad de percibir lo que los rodea. Sin embargo, ellos son muy lúcidos en conocer y deseosos de amar a sus padres y a sus héroes, a quienes los ven muy cerca.
Los héroes forman la personalidad de los niños
Es lo que nos dice la exposición de libros realizada hace algún tiempo en París, más precisamente en Seine Saint Denis, y que coloca en el centro de su muestra a los héroes reales o imaginarios. De acuerdo a la noticia publicada por la prensa gala, son estos personajes los que ayudan a los niños a formar su personalidad.
Clementina, una pequeña niña de 6 años que visita la referida exposición de libros infantiles dice que «un héroe es alguien que salva la vida de las personas y hace cosas buenas». Para Gabino, de 8 años, «a veces ellos tienen super poderes como en las películas o en los videojuegos, pero ellos son también un poco como nosotros».
La Directora de la muestra, Sra. Silvia Vassallo, dice que escogió poner en el centro de la exposición del año a los héroes y heroínas, pues estos personajes
«marcan la entrada en la lectura de los niños, al punto que, muchos años después, cada uno sabe citar aquellos que forjaron sus primeras emociones» Y agrega : «Tengo la impresión que las reflexiones, y las aventuras que los héroes de ficción proponen a los niños y a los jóvenes acompañan mucho más de lo que nos imaginamos la formación de su carácter e plasma profundamente su mirada al mundo que los rodea».
Si esas acertadas consideraciones se dirigen a los héroes de ficción, cuánto más ellas se pueden aplicar a los héroes de carne y hueso que vivieron en nuestro país y lo marcaron con su influencia a través de nuestra historia.
En efecto, a nuestros héroes patrios los podemos ver, no sólo en los libros, sino también en las estatuas de casi todas las ciudades del País, en las calles que llevan sus nombres y en los feriados que los celebran.
Si una familia olvidase a sus antepasados comunes, no los celebrara, no recordase sus hechos, no los visitara en los cementerios el día de Los Fieles Difuntos, ella estaría condenada a dispersarse, pues las raíces que la mantienen unida se irían evaporando de su memoria. Lo mismo ocurre con los países.
Ellos forman las identidades nacionales
En realidad, es en función de los héroes que se forman las identidades nacionales, y es en su recuerdo que se mantienen unidos los países.
“¿Quién, de niño, ha dejado de preguntarse qué haría mi héroe en esta situación?
Un héroe ayuda a hacer opciones, él es nuestro doble y nuestra alteridad, y él nos permite conocernos mejor», afirma la novelista Charlotte Bousquet, autora de la «Presa ideal».
Su análisis es compartido por la psiquiatra Clara Carrier, que insiste en la virtud que tienen los héroes de papel o imaginarios: «Ellos suscitan el maravillamiento. Y no hay que olvidar que es maravillándose que se aprende a vivir» y, agregamos nosotros, nada más propio a maravillar que un auténtico héroe nacional.
¿Cómo son los héroes de nuestros hijos?
De estas importantes consideraciones podemos sacar dos lecciones para la educación de nuestros hijos. La primera es saber seleccionar los héroes imaginarios que les damos para leer. ¿Ellos representan valores como la lealtad, la valentía, la capacidad de sacrificarse por los otros? ¿O son apenas musculosos, violentos y agresivos?
Cuando todos los corazones pulsan al unísono ante un hecho glorioso
¿Las historias y las imágenes de los personajes que representan tienen belleza, o son vulgares o, peor aún, horrendas y groseras?
No dudemos en pensar que si les damos feas imágenes estamos alejando de ellos uno de los más importantes aspectos de la niñez que es el deseo de las cosas bonitas. Lo feo es amigo de lo malo y de lo equivocado. Lo bonito es afín con lo verdadero y lo bueno.
En segundo lugar, ayudemos a formarlos en el amor a nuestros héroes patrios. Y entre ellos, Arturo Prat ocupa un lugar de preeminencia, tanto por el gesto heroico de la batalla Naval del 21 de mayo en las costas de Iquique cuanto por su desvelo de esposo y padre ejemplar, virtudes hoy lamentablemente muy olvidadas.
De ese amor a la familia y de la nobleza que esa familia supo cultivar, nos queda la carta que la viuda, Dña. Carmela Carvajal de Prat dirigió al Almirante de la Marina peruana. Oigamos los términos en que la inconsolable madre y esposa, le agradeció a Grau el envío de la espada y las pertenencias de Prat, ellas nos servirán como modelo para saber formar similares sentimientos en los hijos y nietos que nos rodean.