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En este cuadro podemos sentir el ambiente de intimidad con distinción que era la característica de la vida familiar. El comentario que sigue nos ayudará a comprender lo que hemos perdido con la agitada -casi diría frenética- vida de nuestros días.
La persona que está con delantal parece ser una institutriz de la casa, o tal vez sea la propia madre.
Se va que ella trata con mucha delicadeza a las niñas, sin meterles miedo y sin violentar su temperamento.
Las niñas están completamente distendidas, pero con el porte erecto, casi como en la posición de una cena de ceremonia.
A pesar de esto, están en la más estricta intimidad. Y uno de los equilibrios más agradables que existe es el del aparato de la alta educación dentro de la distensión de la intimidad.
Las circunstancias de vida de una madre de nuestros días, que trabaja fuera de su casa, no le permiten alimentar esa delicadeza de alma.
La belleza del alma femenina aparece aquí en lo que ella tiene de más respetable.
(La introducción es nuestra)