Plinio Corrêa de Oliveira comparó la sociedad a un carillón.
El carillón es un gran instrumento musical que consiste en al menos veintitrés campanas de bronce fundido, a menudo suspendidas en campanarios y dispuestas para tocar músicas.
El carillón y la sociedad
Para aplicar su metáfora, el carillón es como una sociedad o unidad social, y cada persona es una campana diferente.
Así, el personaje representativo puede ser comparado con la campana principal, con la nota más baja, que establece el tono para el resto de campanas secundarias y mantiene el carillón entonado. Desde el sonido inicial del bourdon (*), las campanas más pequeñas resuenan y encuentran su propio tono.
Un alma bourdon
Un ejemplo destacado fue Winston Churchill quien, en un momento de crisis gravísima para su país, fue un alma bourdon.
Así se expresaba:
«Defenderemos nuestra isla, sea cual sea el costo. Lucharemos en las playas, lucharemos en los campos de aterrizaje, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas; nunca nos rendiremos”.
«Ajuste del tono» significa que estas figuras representativas usan su conocimiento de las aspiraciones y el flujo vital de sus grupos sociales para orientar y armonizar a los que les rodean con el asesoramiento, dirección y liderazgo.
Almas bourdon en todos los grupos sociales
Su función principal es la creación de la resonancia y gran armonía dentro de grupos sociales determinados.
La sociedad necesita cultivar verdaderas élites
Así es que las familias, grupos, regiones, e incluso épocas históricas tienen sus almas bourdon que dan la armonía a la sociedad y cuya nota cuando suena hace que las demás resuenen y suene con alegría en este gran concierto conocido como historia.
Por lo tanto, en el cumplimiento de sus funciones en todos los niveles de la sociedad, estos personajes representativos logran fusionar «sus personalidades individuales con las exigencias públicas de esos papeles”, un logro que les permite «marcar las sociedades específicas y épocas históricas”. (**)
Pero, ser un alma bourdon conlleva una gran responsabilidad.
Si se toma en serio, estas personalidades pueden ser como ángeles salvadores, socorriendo a los demás.
Si no logran establecer el tono adecuado, a los otros les resultará especialmente difícil superar sus retos y pruebas, por lo que el curso de la historia podría cambiar.
El igualitarismo imperante, que podría llamarse envidia y mediocridad imperante, va haciendo cada vez más difícil la aparición y desarrollo de estas almas. Una gran pérdida para la sociedad.
(*) bourdon: Campana principal de un campanario
(**) Robert N. Bellah et al., Habits of the Heart: Individualism and Commitment in American Life (Berkeley: University of California Press, 1985), 40.
Fuente: tfp.org