Luchemos, a ejemplo de los Cruzados, para restaurar algo que vale infinitamente más que el Sepulcro del Salvador: su reinado sobre las almas y las sociedades, que Él creó y salvó para que lo amasen eternamente.
El cristiano aspira a una civilización católica, como el hombre encerrado en un subterráneo desea el aire libre y el pájaro aprisionado los espacios infinitos del cielo.
Porque lo propio de la Iglesia es producir una cultura y una civilización cristianas. Y lo es también producir sus frutos en una atmósfera social plenamente católica.
La Civilización Cristiana es nuestra finalidad, nuestro gran ideal. Ella podrá renacer de los escombros del mundo de hoy, como de los escombros del mundo romano nació la civilización medieval.
Las Cruzadas fueron un acto de defensa, no de ataque
Caminamos hacia la conquista de este ideal, con el coraje, la perseverancia, y la resolución con que los Cruzados marcharon hacia Jerusalén, enfrentando y venciendo todos los obstáculos,.
Trabajemos en conjunto para restaurar algo que vale infinitamente más que el preciosísimo Sepulcro del Salvador: su reinado sobre las almas y las sociedades, que Él creó y salvó para que lo amasen eternamente.