Hace algunos meses publicamos en esta página web y en las redes sociales un artículo con esta fotografía. Ella representa a una señora santiaguina subiendo al Cerro Santa Lucía.
Leyendo los comentarios no pude dejar de constatar que casi todos tenemos nostalgias de otros tiempos, de otras costumbres, de otras ciudades, etc.
Me surgen entonces varias preguntas:
¿Nuestra nostalgia sería apenas una estéril lamentación por una época que se fue? ¿Sería quizá como esos juguetes de la infancia que uno mira con cierto cariño, pero que ya sabe que nunca volverá a utilizar?
¿O estamos seriamente dispuestos a poner algo de nuestra parte, para recuperar las cosas nobles y dignas del pasado?
El traje es una expresión de sí mismo
¿Somos conscientes que no se trata tanto de edificios bonitos, parques o avenidas, sino sobre todo de la restauración de un modo de ver la vida, de un estado de espíritu y una mentalidad?
¿Seríamos capaces de hacer un empeño serio por colaborar en esa restauración? Por ejemplo, hablando mejor, sin palabras groseras o insultos; vistiéndonos con más corrección, decencia y si es posible elegancia; tratando a los demás con más respeto, educación y si es posible caridad?
¿Seríamos capaces sobre todo de admirar todo lo bello y lo que nos es superior a cualquier título?
Si las respuestas fuesen afirmativas, creo que podemos esperar muy buenos resultados: una vida digna de ser vivida.
No olvidemos que esa restauración va a depender de todos y cada uno de nosotros.