Una verdadera opinión pública es aquella en que cada uno tiene, a su modo, una opinión formada y, mucho más que eso, un hábito de formar opiniones. Esta opinión no es pre-fabricada por un periódico, por la moda, por la televisión o por Internet
El comentario que acompaña a esta fotografía, ¿tendrá muchos o pocos lectores?
Es lo que nos preguntamos, al entregar a la apreciación del público el cuadro del pintor alemán Wilhelm Leibl, expuesto actualmente en el Museo Oskar Reinhart, Winterthur, Suiza..
Die Dorfpolitiker (los políticos de aldea) es el título del cuadro que presenta un conciliábulo entre notables de una aldea alemana a comienzos del siglo XX
Como se ve, la conversación en que están entretenidos comenzó hace mucho. En el instante en que el pintor sorprendió al grupo, había un silencio compuesto de reflexión y de algo de cansancio.
Todos se callan. No de un silencio malhumorado, ni de un silencio que expresa el deseo de dar por terminado el conciliábulo. Por el contrario, ellos están ahí sentados, comprendiendo que, con intervalos de éstos, la reunión todavía puede tardar mucho tiempo dentro de la tranquilidad general de la aldea.
Los católicos y la opinión pública
Están debatiendo temas locales, y la opinión común a la que lleguen será aceptada por todos los habitantes del pueblo. Pues esta gente sabe discordar para concordar.
Mostrando un primitivismo cultural que confina con el analfabetismo, tal vez algunos de ellos no sepan escribir ni siquiera leer, pero todos saben – cada cual a su modo – observar, reflexionar, discrepar y por fin concordar.
Por la tranquilidad del ambiente, se percibe que saldrá un acuerdo sólido, estable, produciendo un contentamiento general en la aldea.
¿Opinión pública?
Sí, porque comienza por ser opinión. Basta examinar cada fisonomía para ver que cada uno tiene, a su modo, opinión formada y, mucho más que eso, un hábito de formar opiniones. Esta opinión no es pre-fabricada por un periódico con una tirada de miles de ejemplares diarios, pero cada uno tiene dentro de sí una linotipia interior en la que termina componiendo sus propias frases que no serán escritas, que luego serán dadas en la reunión.
Uno lee, los otros miran, todos reflexionan. Bastaría distribuir un poco de cerveza entre los presentes para que el coloquio se animara, y floreciera en poco tiempo el acuerdo.
Preguntas al lector:
- ¿Se entretiene haciendo una interpretación como ésta, de personajes, actitudes, ideas y resoluciones?
- ¿Desea que, de cuando en cuando, publiquemos alguna otra materia de este género?
- ¿O prefiere que desaparezca de nuestras páginas?
