Los edificios fríos, geométricos, casi inhumanos de hoy nos hacen añorar las casas acogedoras, tranquilas, amigables y reposantes de otrora. Eran casas proporcionadas al hombre, que no tenían solamente por finalidad abrigar convenientemente al cuerpo hombre, sino principalmente su alma.

No está tan lejano el tiempo en que en Chile las personas vivían en lugares como este. Amplio, soleado, aireado, silencioso. Se diría que fue concebido para comunicar a las personas una atmósfera de calma y sosiego.

Se puede uno imaginar ahí, a una señora que cose, a otros que conversan con amenidad, a uno que lee con pausa algún buen libro. En fin, un hábitat proporcionado al hombre, que no tiene solamente por finalidad abrigar convenientemente al cuerpo hombre, sino principalmente su alma. Comunicándole unas condiciones de existencia, en que la vida se transforma en algo verdaderamente digno de ser vivido.

Casas para el alma, y no sólo para el cuerpo

Nosotros fuimos capaces de crear ambientes como este. Acogedores, tranquilos, amigables, reposantes. Era el modo de ver la vida de nuestros mayores.

Hoy en día, en cambio, construimos edificios de vidrio o de cemento, que sólo pueden cobijar nuestro cuerpo. Edificios fríos, geométricos, casi inhumanos.

¿Qué fue lo que pasó?

En la fotografía: Corredor de una típica casa patronal del campo chileno. Aún se puede observar junto a la Iglesia de Los Dominicos de Apoquindo.