En aquellas épocas, en que lo civil y lo religioso estaban íntimamente unidos, no extraña que los antiguos pudieran encontrar en un ambiente así un verdadero reposo. Reposo tranquilo, reposo sólido, reposo alegre, en definitiva reposo auténtico.
Ambiente de otros tiempos
En el edificio de Santa María del Naranco[1] se siente un ambiente que armoniza admirablemente conceptos que podrían parecer antagónicos.
Nobleza, seriedad y grandeza, aliados a una simplicidad y a un qué de dulzura, encanto y frescor difícilmente expresable en palabras.
Sus sólidos y gruesos muros de piedra sillar y con pocos vanos, podrían hacerla parecer pesada. Sin embargo estos muros son elegantemente aligerados por la altura y esbeltez del palacio, y que es uno de sus principales encantos.
La escalera, amplia y majestuosa, que da acceso al mismo, parece que amigablemente nos convida a entrar. Nótese además que la entrada está situada a un nivel muy superior al suelo, lo que le confiere una nota de distinción y nobleza.
Sus columnas y capiteles, están labrados con un primor que asocia la rudeza y simplicidad propia de aquellos tiempos, a una sugestiva ingenuidad, casi que uno diría inocencia.
Una de las cosas que más me encantó fue que, al interior donde nos encontramos con la solidez de las piedras que conforman la elevada nave, podemos ver frente a nosotros un hermoso ventanal de tres arcos, que nos permite la vista a los frescos prados asturianos, y como que nos hace descansar de la severidad de sus piedras.
Armonía entre lo civil y lo religioso
No es de extrañar, pues, que con el paso del tiempo –y dado el alto grado de dignidad y un qué de sagrado que se respira en la construcción– el Palacio fuera erigido como Iglesia dedicada a la Santa Madre de Dios.
¿Sólo el arte sacro puede ser cristiano?
Este hecho es muy revelador de la mentalidad de aquellas épocas, en que lo civil y lo religioso estaban íntimamente unidos.
Por eso, no extraña que los antiguos pudieran encontrar en un ambiente así un verdadero reposo. Reposo tranquilo, reposo sólido, reposo alegre, en definitiva reposo auténtico.
¿Nos imaginaríamos hoy en día que nuestros actuales nobles o monarcas pudieran pasar sus vacaciones en semejante ambiente tan elevado y sacral? ¿Osaríamos pensar que los lugares y ambientes donde ellos veranean hoy en día pudieran ser elevados y consagrados al rango de Iglesias?
Juan Barandiarán Porta
[1] Santa María del Naranco es un antiguo palacio situado cerca de Oviedo, sobre la ladera sur del Monte Naranco.
Originalmente no se proyectó como iglesia, sino que fue el Aula Regia del conjunto palacial que el rey Ramiro I mandó construir en las afueras de la capital del Reino de Asturias, y que se terminó en el año 842. Su estilo artístico es el denominado arte asturiano o «ramirense», dentro del prerrománico.
El Aula Regia fue transformada en iglesia, hacia el siglo XII, pues la Crónica Silense de 1150 ya lo registra como templo de Santa María…
El edificio hubo de tener carácter de palacio de campo o residencia real dedicada al ocio.