Plinio Corrêa de Oliveira fue -además de un hombre de Fe, de pensamiento, lucha y acción- un contemplativo. Un contemplativo que, partiendo de la realidad diaria, de lo que nos rodea, de lo que vemos, sabía descubrir los valores a que esas realidades remiten de un modo simbólico. Símbolos de valores metafísicos, de estados de alma del hombre y que son, en última instancia, reflejos de las perfecciones del propio Creador.
El comentario que ilustramos en este video fue hecho durante una conferencia de improviso, como le era habitual. Se refiere al Castillo de Neuschwanstein, en Babiera, que ofrecemos a nuestros amigos.