“Amar su profesión” es particularmente importante si se quiere dar lo mejor de sí y con ello honrar a Dios.
La profesión que se escoge debe tener una relación grande con la persona, y la persona debe ser capaz de amarla e incluso llegar a hacer de ella un verdadero arte. No sé por qué, pero tengo la impresión que esto no se ve mucho en nuestros días. Y sin embargo que necesario sería…
Recuerdo que cuando estuve viviendo en un pueblo de la tranquila campiña francesa, en Ile-de-France, fui algunas veces a la panadería del lugar.
Mientras se sienta vergüenza de la condición de vida que se tiene…
La puerta del establecimiento mostraba una propaganda a modo de dibujo hecho para niños, en que aparecía precisamente un niño que caminaba hacia su casa feliz y contento con el extremo de una «baguette» medio mordisqueada.
Abajo estaba escrito «Nous aimons notre métier; c’est probablement pour ça que votre baguette n’arrive pas entière à votre maison» (Amamos nuestra profesión; es probablemente por eso que su pan no llega entero a su casa).
Los franceses son famosos por la fabricación de ciertos panes de una calidad excepcional, que hacen que la fabricación del pan –una cosa tan común– pueda llegar a ser un verdadero arte.
Ese saber “amar su profesión” es particularmente importante si se quiere dar lo mejor de sí y con ello honrar a Dios. Había una cancioncita que decía, que un zapaterito cantaba mientras clavaba, y “en cada golpe daba, enterito el corazón”