Caer, estar tirado en el suelo, quedar a los pies de todos, dar pública manifestación de ya no tener fuerzas, son estas las humillaciones a que Vos Os quisisteis sujetar, Señor, para lección mía. Aún en ese momento, quisisteis continuar vuestra Pasión para salvar a los hombres. ¿Qué hombres? Todos
V. Te adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Caer, estar tirado en el suelo, quedar a los pies de todos, dar pública manifestación de ya no tener fuerzas, son estas las humillaciones a que Vos Os quisisteis sujetar, Señor, para lección mía. De Vos nadie se compadeció. Redoblaron las injurias y los malos tratos. Y mientras tanto, Vuestra gracia solicitaba en vano, en lo íntimo de aquellos corazones empedernidos, un movimiento de piedad.
Aún en ese momento, quisisteis continuar vuestra Pasión para salvar a los hombres. ¿Qué hombres? Todos.
Inclusive los que allí estaban aumentado de todas las formas vuestro dolor.
En mi apostolado, Señor, deberé continuar aún cuando todas mis obras estuviesen por el suelo, aun cuando todos se unieren para atacarme, aún cuando la ingratitud y la perversidad de aquellos a quienes quise hacer el bien se vuelvan contra mí.
No tendré la flaqueza de cambiar de camino para agradarlos. Mis vías sólo pueden las vuestras, esto es, las vías de la ortodoxia, de la pureza, de la austeridad.
Pero, en vuestros caminos, sufriré por ellos. Y unidos mis dolores imperfectos a vuestro dolor perfecto, a vuestro dolor infinitamente precioso, continuaré haciéndoles el bien. Para que se salven o para que las gracias rechazadas se acumulen sobre ellos como brasas ardientes, clamando por castigo. Fue lo que hicisteis con el pueblo deicida y con todos aquellos que hasta el fin Os rechazaron.
V. Ten piedad de nosotros, Señor.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.
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