Si quieres paz, prepárate para la guerra
Cuando vemos esos altísimos castillos de la Edad Media -construidos en las fronteras del Imperio de Carlomagno, a orillas del Rin o del Danubio, o incluso en las rutas que las tropas del Gran Emperador seguían dentro de la propia España, para impedir el avance de los Moros: ¡tenemos la impresión de que estos castillos todavía palpitan por la batalla! ¡Sus piedras parecen latir como corazones! Pero… los hombres no recuerdan la lección de previsión que encierran.
¿Cuál es esta lección? Nadie construye castillos en el momento en que el enemigo ataca. Las fortificaciones se construyen en los intervalos de la guerra. Y aquellos guerreros de la Fe, por no ser gente de tonto optimismo, en épocas de paz preveían otros ataques y construían sus castillos.
Esos castillos eran obras de paz… ¡pero de una paz convertida en guerra!
Así nosotros, los hijos de la Santa Iglesia Militante, debemos participar en la más universal, terrible y santa de las guerras, la guerra psicológica contrarrevolucionaria.
Nuestras fortificaciones doctrinales deben construirse en paz. Así construimos nuestros castillos, combativos y espléndidos, construidos en momentos de paz… ¡pero orientados a la lucha!
“Catolicismo” n. 538