La Iglesia no tiene que separarse del pasado sino que le basta reparar los organismos rotos por la Revolución y adaptarlos, con el mismo espíritu cristiano que los ha inspirado, al nuevo medio creado por la evolución material de la sociedad contemporánea, porque los verdaderos amigos del pueblo no son ni revolucionarios ni innovadores, sino tradicionalistas
De la carta apostólica de San Pío X Notre charge apostolique, del 25 de agosto de 1910:
- “Que estos sacerdotes [que están al frente de las obras de acción católica] no se dejen extraviar, en el dédalo de las opiniones contemporáneas, por el espejismo de una democracia falsa;
- que no tomen de la retórica de los peores enemigos de la Iglesia y del pueblo un lenguaje enfático lleno de promesas tan sonoras como irrealizables.
La tradición es la verdadera riqueza de los pueblos
- Que estén convencidos de que la cuestión social y la ciencia social no nacieron ayer; que en todos los tiempos la Iglesia y el Estado, felizmente concertados, han suscitado con este fin organizaciones fecundas;
- que la Iglesia, que nunca ha traicionado la felicidad del pueblo con alianzas comprometedoras, no tiene que separarse del pasado, y que le basta reanudar, con la colaboración de los verdaderos obreros de la restauración social, los organismos rotos por la Revolución y adaptarlos, con el mismo espíritu cristiano que los ha inspirado, al nuevo medio creado por la evolución material de la sociedad contemporánea, porque los verdaderos amigos del pueblo no son ni revolucionarios ni innovadores, sino tradicionalistas.” [1]
[1] AAS II [1910] 631.