La admiración desinteresada es el ápice y la alegría de nuestras vidas. “Las almas alegres y buenas están siempre satisfechas, porque están prontas a admirar. Ellas conocen el deber y el deleite de la admiración.”
Si tuviéremos admiración “tendremos dentro del alma un paraíso permanente, una alegría fija, estable y continua, que nos acompañará a pesar de todas las tristezas.
La historia del arquitecto que proyectó Westminster
«Con la certeza de que el fondo de la realidad, no son las cosas efímeras que vemos, ni los sinsabores que ellas nos dan, sino que es este fondo de maravilla, este orden de cosas virtuosa, admirable, indescriptible, que existe en el Cielo, y también en la Tierra, en las almas de las personas verdaderamente justas y que es el encanto de nuestra vida”