La moral no es de ninguna manera un fruto del condicionamiento ambiental, cultural, social o religioso, sino algo que deriva de la misma naturaleza humana, creada por Dios.
Paul Bloom, profesor de psicología de la Universidad de Yale (EE.UU.), su mujer Karen Wynn y Kiley Hamlin, de Laboratorio de Cognición Infantil de esa universidad, estudiaron profundamente la capacidad de valoración moral en los niños entre seis y diez meses de edad. Llegaron a la conclusión de que, ya en esa edad, los niños distinguen entre las personas buenas y malas, manifestando atracción por las primeras y rechazo por las segundas.
El equipo de investigadores de Yale publicó recientemente un libro en el cual se concluye que los bebés no son moralmente indiferentes sino que tienden a sonreír y aplaudir delante de las cosas buenas y bellas, y hacer muecas y volver la cabeza frente a cosas malas o feas. Para los científicos, los niños nacen con un instinto que les permite discernir instintivamente el bien y el mal, lo bello y lo feo.
Educar a un niño es corregir sus malas tendencias
En consecuencia, comentamos, la moral no es de ninguna manera un fruto del condicionamiento ambiental, cultural, social o religioso, sino algo que deriva de la misma naturaleza humana, creada por Dios.
Por otra parte, esta investigación debe servir de advertencia a los padres sobre la delicada misión que les incumbe de educar a sus hijos, aún desde la más tierna infancia.
Fuente: The New York Times