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En nuestro último programa tuvimos oportunidad de conversar con Ud. de un tema muy importante. ¿Cómo aprender a pensar?
Dijimos en esa ocasión, que si bien era cierto que debíamos preocuparnos de los aspectos que hoy se discuten a propósito de la Reforma Educacional, y de las serias objeciones que las asociaciones de padres de Familia han expresado al respecto, no es menos cierto que no debemos olvidar que la principal fuente de la educación no está en el colegio sino en la propia casa.
Efectivamente, es a los padres de familia que incumbe en primer lugar el papel de educar a sus hijos. Y la educación no es principalmente proporcionar información técnica, científica o humanista, sino la de ayudar a la formación del carácter de los niños.
Ud. recordará que mostramos que para formar el carácter de un niño, de su hijo o nieto, era necesario ayudarlo a pensar y a formar sus propios juicios. Y dijimos que para poder pensar era necesario primero que nada a observar.
Concluimos entonces diciendo que, piensa quien es capaz de observar lo que lo rodea.
Dejamos para este programa el segundo paso para enseñar a pensar a nuestros hijos, y es de lo que pasamos a tratar ahora.
Como Ud. recordará comparamos la capacidad de observar con una máquina de fotografías que tenemos dentro de nosotros. Cuando observamos algo o alguien, estamos como que sacando una fotografía de esa cosa o persona y guardando en nuestro interior.
El segundo paso entonces es “revelar” la fotografía que sacamos. Es decir, hacer el esfuerzo de poder explicitar con nuestras propias palabras, las impresiones, que lo que observamos, nos produjo.
Para ser más claros dimos un ejemplo. Observar a la cajera del supermercado donde hacemos las compras y analizar si ella se comporta meramente como una máquina registradora de productos que pasa por el verificador de barras o si mantiene un trato humano y amable con las personas que están atendiendo.
Hasta ahí hay un trabajo de mera observación. El paso siguiente será poder revelar esa observación para sí mismo y para otros que nos rodean. Ser capaz de describir lo que vimos, las impresiones que nos causó, las comparaciones que establecimos con otras realidades o personas que conocemos, y las consecuencias que sacamos. He ahí una persona que pensó.
Un gran pensador católico brasileño, el Profesor Plinio Correa de Oliveira, explicaba así la forma como él mismo había comenzado a pensar:
“Explicitación es algo sobre lo cual se hablaba relativamente poco en los estudios que yo cursé y es, sin embargo, una de las más importantes operaciones mentales.
“¿Qué es una explicitación? Es el esfuerzo por el cual una persona consigue definir una idea o noción rica en su espíritu, pero que se encontraba confundida porque no se sentía capaz de expresarla.
“Entonces, la explicitación es el esfuerzo por el cual la persona actúa sobre esa noción implícita y la transforma en una formulación clara, precisa, definida, explícita.
“Los prefijos “in” y “ex” significan eso: “in” es hacia dentro, “ex” es hacia fuera: exterior, explosión, explicitación.
“La noción implícita es la que está apenas en nuestro espíritu y no sabemos exteriorizarla. Ella se vuelve explícita cuando pasa del “in” al “ex”, haciéndose bastante clara para que la pongamos en palabras y transmitirla a los demás.
“Ciertos pueblos poseen una gran capacidad para captar la realidad, pero no tienen el hábito de explicitar
“El brasileño, (y el latinoamericano en general) por ejemplo, son particularmente muy intuitivos: ven una cosa y “pescan” algo, pero tiene dificultades para explicitar.
Cuando se les pregunta:
“– ¿Se fijó en tal cosa?”
– Responden, “Sí”.
– “¿Entendió?
“Ahí hacen un comentario por donde se nota que algo entendieron. Pero cuando uno le pregunta qué entendió, contesta:
– “Ah… en fin… cómo es… usted sabe”… etc., etc.
“Pero la respuesta clara no sale. Es decir, somos pueblos que tenemos mucha captación implícita de las cosas y poco hábito de explicitar, tal vez hasta una cierta dificultad de hacerlo.
“Y eso es una característica (…) de un fenómeno cultural generalizado. Está en nuestra atmósfera y las cosas suceden así.
“Cuando me di cuenta de esto —tenía yo, tal vez, unos 25 o 30 años— comprendí entonces que lo mejor de mi vida como intelectual no consistía tanto en aprender lo que no sabía, sino en encontrar los conceptos para expresar lo que ya había percibido”.
Quizá Ud. me podrá decir que eso es muy difícil de conseguir hacer con sus hijos, pues sería como estar tomando examen de cada cosa que observan.
No se trata de esto, la educación si bien que es difícil de impartir, ella no debe ser presentada como una cosa imposible de practicar. El mejor modo de hacer esto es ayudarlos a ir explicitando haciéndole preguntas que lo ayuden a darse cuenta; ¿te gustó lo que viste?, ¿qué fue lo que más te gustó? ¿No te gustó? ¿Por qué? Preguntas cortas preguntas así, van ayudando al niño junto con responder a ir explicitando sus impresiones, y de esa forma a comenzar a pensar.
A medida que vamos enriqueciendo su capacidad de observar y de expresar sus impresiones, vamos también ayudándolos a enriquecer su vocabulario, pues las palabras son las herramientas que nos permiten expresar lo que sentimos.
Es diferente por ejemplo decir que una cosa no me gustó, a decir que ella me desagradó, o a decir que ella era insoportable. Son tres grados de rechazo de algo, que se expresan de modo distinto y que precisan de mejor modo las impresiones que tuvimos.
Así vamos enriqueciendo al mismo tiempo tres modos de formar el carácter: Primero observar, segundo explicitar lo que las impresiones que la observaciones nos produjo, y por último encontrar las palabras más precisas para servirnos de ella en la explicitación.
Al principio podrá parecer un ejercicio quizá penoso de hacer, como cualquier ejercicio físico al principio cuesta. Pero, si hay tanta gente que paga para ir a gimnasios para hacer ejercicios que son penosos, pero que lo alivian del stress o del colesterol, ¿por qué entonces no podemos hacer este ejercicio que es el que nos diferencia de los animales irracionales?
Poco a poco, Ud. verá que la conversación se va haciendo más fácil y que la vida se va haciendo incluso más entretenida. Haga la prueba primero con Ud. mismo. Y después empiece con pequeñas dosis a formar a su hijo o nieto en el arte de pensar.
La audición de la radio lo podrá ayudar a percibir el vocabulario que es utilizado, la forma en que son pronunciadas las palabras, o que son expresadas las ideas. Ponga atención y se dará cuenta que existe todo un mundo detrás de estos pequeños consejos.