Este Puente altanero, de algún modo sintetizaba y simbolizaba una parte, y no pequeña, del «alma de la Ciudad» y de su Historia. Y fueron los hombres modernos, ávidos de vulgaridad, que sintiéndose interpelados por su belleza y señorío, decidieron un día buscar pretextos para destruirlo.
Se suele atribuir al Río Mapocho, con sus temibles crecidas, la causa de la destrucción del Puente de Cal y Canto en Santiago.
Un día escuchando los susurros y lamentos del Río, conocí la verdad, escuchando lo que éste me decía:
«Éramos buenos amigos.
“El Puente me desafiaba con su hidalguía noble, y a veces nos peleábamos, no pocas veces le inflingí serios daños. Pero era mi amigo. Yo le admiraba.
“A decir verdad, la admiración era mutua y grande. El admiraba mi fuerza e impetuosidad. Yo en cambio admiraba su elegancia e imponente majestad. Nos peleamos por largos años como buenos amigos, que quieren sacar del otro lo mejor de sí mismos.
“Este Puente altanero, de algún modo sintetizaba y simbolizaba una parte, y no pequeña, del «alma de la Ciudad» y de su Historia. Y fueron los hombres modernos, ávidos de vulgaridad, que sintiéndose interpelados por su belleza y señorío, decidieron un día buscar pretextos para destruirlo.
“¡Que no me culpen a mí entonces, pues éramos buenos amigos…!»
Juan Barandiarán