Muchos casi llegamos a conocer, aunque fuese de niños, esa vida tranquila y sensata del ayer. Nuestros padres y abuelos sin duda alguna.
Observen el cuadro: Trabajo rudo, pero sereno y equilibrado, la placidez de los bueyes, la atmósfera de sosiego que domina la escena, y una nota de silencio encantador, que nuestras ciudades modernas ya no conocen…
El Chile de ayer: Una vida apacible, familiar y distinguida
Esto me recordó unas bonitas palabras que una de nuestras habituales visitantes del sitio comentaba, tiempo atrás, sobre la vida en el campo:
«Vivían mucho mejor que millones de empleados de hoy, a cada inquilino le daban su casita, pequeña, pero no pagaban por ella, además una pequeña porción de tierra para que tuviese su propia hortaliza, gallinas, conejos, un corderito.
«No pagaban arriendo, agua, luz, gas, contribuciones. El agua era de la noria, al igual que los patrones, la luz de las velas igual que los patrones, la leña la sacaban del campo, igual que los patrones , vivían una vida sencilla y sin mayores preocupaciones como las actuales».