Para muchos observadores, la expansión actual del terrorismo – azote de nuestro siglo – pone al mundo en un estado de guerra. Porque alcanza a todas las naciones, esta guerra es universal
Renato Murta de Vasconcelos
Corresponsal
España
Madrid — Las bombas explotan por todas partes, en cualquier momento e inesperadamente. En una estación del metro, en una calle llena de gente en pleno rush, en un shopping center, dentro de un tren, de un bus o de un almacén. Escondidas en mochilas, en carpetas simples, debajo de la camisa o en el interior de un automóvil. Madrid, Jerusalén, Estambul fueron en los últimos meses, sacudidos por atentados terroristas que produjeron centenares de muertos. En Bagdad, tales atentados hacen parte del escenario diario. Quizás mañana, llegue a Río De Janeiro, Nueva York, París, Berlín o Tokio.
Inseguridad generalizada
La inseguridad se tornó generalizada. Cuántas veces, viajando en el Metro de Madrid, me vino a la mente esta perspectiva preocupante: el joven que acaba subir en la última estación, ¿no será por ventura un hombre-bomba, dispuesto a sacrificar su vida, para provocar un mayor número de víctimas? Esta pregunta – ciertamente un factor más de intranquilidad, y por lo tanto de stress – puede hacérsela hoy en día cualquier habitante de una gran capital.
La mano que detonará el explosivo es invisible, silenciosa. Es la del uomo qualunque, la del vecino de la esquina. Sin embargo, la cabeza que dirige los actos terroristas no conoce los escrúpulos. Por el contrario, fanatizada, considera el atentado como una gran hazaña, una supremo acto de heroísmo, que será recompensado en la otra vida…
Sí, porque esta forma de terrorismo difuso, invisible y traicionero sirve a una causa – la del islamismo radical, que por medio de atentados se prepone llevar a cabo una guerra sin cuartel. Primero en Occidente, contra la Civilización Cristiana, contra los «descendientes de los cruzados», los «nazarenos» (es decir, el perseguido es todavía Nuestro Señor Jesucristo). Más adelante, en los mismos países de mayoría musulmana moderada, con el fin de imponerles una versión radical del Islam, basada en la scharia, una pseudo-legislación que desconoce la existencia de cualquier Estado de derecho.
Al prever, con muchos años del antecedencia, que esta forma de caos terrorista se esparciría por la faz de la tierra, el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira la asociaba a los terribles acontecimientos profetizados en Fátima por la Santísima Virgen.
¿Tercera Guerra Mundial?
Los bolcheviques toman el poder en Rusia e implantan el comunismo en 1917
Para muchos observadores, la actual expansión del terrorismo pone al mundo en un estado de guerra. Porque alcanza a todo el Planeta, esta es una guerra mundial. Hace poco, la revista alemana «Der Spiegel» dedicó una edición especial al terrorismo, calificándolo de «la guerra del siglo XXI». Una guerra mundial cuya característica es la de no manifestarse como un enfrentamiento entre países, sino en un conflicto entre grupos armados dentro de los países. 1
Este nuevo estilo de guerra global posee evidentemente un componente psicológico importante. El ataque a las torres gemelas del Worl Trade Center tuvo un impacto psicológico que va mucho más allá del horror, la tristeza y la indignación causados por la pérdida de tres mil vidas humanas. Contra este factor psicológico necesitamos prevenirnos pues prepara el camino para todas las debilidades y todas las capitulaciones.
Los agentes del terror tienen esto bien claro. A fines del siglo XVIII, el terror fue empleado como un acelerador del proceso revolucionario.
Durante la Revolución Francesa, en el Régimen del Terror, Robespierre exclamaba: «Sin virtud, el terror es funesto; sin terror, la virtud es impotente»
En el auge de la Revolución Francesa, durante el Régimen del Terror, Robespierre proclamaba en tono patético: «Sin virtud, el terror es funesto; sin terror, la virtud es impotente». En este sentido, los terroristas de hoy se insieren en una larga cadena histórica.
El ímpetu destructivo
El anarquista Bakunin afirmaba: el revolucionario «desprecia y odia la moral da sociedad actual en todas as sus formas y fundamentos»
Entre los teóricos del terror destacan el anarquista Bakunin y Netschaiev, cuyo lema era: «El placer de la destrucción es un placer creador». En su Catecismo Revolucionario, ambos afirman que el revolucionario «desprecia y odia la moral de la sociedad moderna en todas sus formas y fundamentos. Considera como moralmente justificable todo lo que favorezca el triunfo de la Revolución. Todos los sentimientos emolientes del parentesco, de la amistad, del amor, de la gratitud, y aún de la honra, deben ser sofocados en él por una pasión fría por la causa de la Revolución. (…) Día y noche él debe tener un sólo pensamiento, un objetivo único: la destrucción implacable». 2
Este ímpetu destructivo es el motor del terrorismo, es el denominador común presente en la Revolución Francesa de 1789, en la Revolución Comunista de 1917 y en la saña anticristiana del nazismo de Hitler. 3 Sin embargo, el terrorismo no dispone aún de medios de destrucción tan poderosos como los que tenían el nazismo y el comunismo, responsables por la muerte de casi 200 millones de seres humanos. Cuando tengan acceso a las armas de destrucción masiva – la moderna tecnología les facilitará el acceso – ¿a qué delirios no llegarán? 4
Medio para obtener capitulaciones
Es lo que todos tememos. Presentimiento y recelo juegan en favor del terror, preparando desde ahora las capitulaciones increíbles de un mundo que abandonó la Fe y, con ella, el heroísmo.
Días después del ignominioso atentado del 11 de Marzo en Madrid, perpetrado por islamitas radicales, los socialistas españoles volvieron al poder, como consecuencia del enorme efecto psicológico producido por el atentado.
Caída de la Bastilla, el 14 de julio de 1789
¿Y qué hizo el nuevo gobierno socialista? Ordenó el inmediato retiro de las tropas españolas de Irak. Las concesiones no acabaron en eso. Juan Fernando López Aguilar, Ministro de Justicia, anunció que, en adelante, las escuelas públicas ofrecerán clases sobre el Corán. En 1992, los socialistas habían firmado acuerdos para fomentar el Islam, que no fueron aplicados durante el gobierno de José María Aznar (1996-2004)
Las naciones occidentales no están provistas de medios, incluso en el campo jurídico, para enfrentar el terrorismo islámico, que se nutre de elementos radicales incrustados entre los 28 millones de musulmanes establecidos en Europa occidental. El orientalista Hans-Peter Raddatz (5) afirma que los islamitas están subvirtiendo el Estado de Derecho y que «nuestra confianza no condujo a una integración democrática de los musulmanes». Y tiene razón. Hasta ahora Alemania no consiguió, debido a innumerables trabas, expulsar a Metin Kaplan, quien se autoproclamó Califa de Colonia y que lucha por establecer un Estado islámico radical.
Infiltración islámica
Mientras tanto, van proliferando las escuelas musulmanas en toda Europa.
Un claro ejemplo de cómo se instila el fundamentalismo en esas escuelas, lo vemos en la König-Fahd-Akademie de Bonn. Construida en Bad Godesberg, el famoso barrio donde se reunía otrora el Partido Socialista Alemán, la construcción de la escuela, de un costo de 30 millones de dólares, fue financiada por la familia real saudita.
Durante años la escuela ha venido enseñando según el plano de enseñanza de Arabia Saudita. Los Viernes, funciona ahí un centro de oración para musulmanes, que se ha constituido en un centro de atracción para los extremistas. Esto terminó llamando la atención de las autoridades del Estado de Renania del Norte-Westfalia, que mandó realizar una investigación. De 60 libros sospechosos, fueron traducidos 22. En éstos encontraron textos que revelaban una cosmovisión destinada a preparar el terreno a acciones terroristas.
Instigando el odio a Occidente
En un artículo titulado «El buen olor de las víctimas» el diario «Frankfurter Allgemeine» publicó algunos de esos trechos. En un libro de lectura para el sexto año (alumnos de 12 años), bajo un mapa de Arabia Saudita, se podía leer: «Esta es tu comunidad islámica, (…) que tiene una historia gloriosa, llena de Jihad, con el buen olor de las víctimas, llena de victorias durante más de 1400 años. Otrora los cruzados trataron de quitar su religión a la comunidad islámica. Pero no tuvieron éxito. Ahora Occidente trata de arrastrar a sus hijos de todos modos. El mundo recibió muchas cosas de la cultura y de la civilización islámicas, pero las cruzadas, llenas de odio, intentaron destruir la comunidad islámica».
El Occidente, la Civilización Cristiana, ese es el enemigo. Y en la lucha contra esos frutos de la Iglesia Católica, el guerrero sentirá «el buen olor de las víctimas» y será premiado por Alá. En otro libro se encuentra esta invitación: «¡Tened valor! No te contentes con lo pequeño. (…) Porque el sabor de la muerte es el mismo en las cosas pequeñas cuanto en las grandes.» 6
* * *
Abandonando las sendas de la Civilización Cristiana y dando guarida al proceso revolucionario, (7) el mundo occidental preparó su propia destrucción. Y un odio implacable, instigado por el fanatismo religioso, va produciendo convulsiones de todo tipo en el mundo entero. Es la guerra global no declarada, que puede desembocar, más tarde o más temprano, en un conflicto de proporciones inconmensurables. Esperamos que, al menos en esa hora suprema, se abran los ojos de muchos que ahora duermen.
Verdadera faz de una sociedad islámica – opresión implacable del cristianismo
El jurista islámico Mawerdi codificó en el siglo IX los deberes de los cristianos frente al Islam. Existen seis deberes obligatorios y seis deseables:
Los seis deberes obligatorios, cuya infracción debe ser castigada con la pena de muerte:
1. No hacer comentarios mentirosos o despectivos sobre Mahoma;
2. No hablar de modo irrespetuoso del culto islámico o ridiculizarlo;
3. No tocar a ninguna mujer musulmana;
4. No intentar desviar a un musulmán de su creencia;
5. No atentar contra los bienes y la vida de musulmanes;
6. No apoyar a los enemigos de los musulmanes y no ocultar espías.
Los seis deberes deseables:
1. Llevar ropa marcada (los cristianos con un signo azul) y usar cinturón;
2. No construir casas más altas que las de los musulmanes;
3. No tocar campanas ni colocar cruces visibles en los edificios;
4. No beber vino en público y no dejar cerdos a la vista;
5. Enterrar a los muertos en silencio, sin llanto ni lamentos;
6. No andar a caballo, utilizando sólo mulas e burros.
«Der Spiegel», agosto/04: De una conferencia del sacerdote Josef Hergert CM, uno de los mayores especialistas en Islamismo del mundo alemán).
E-mail del autor: renatovasconcelos@catolicismo.com.br
Notas:
1. Además de Al-Qaeda, que actúa a escala internacional, he aquí algunos movimientos terroristas nacionales: Abu Sayaf en Filipinas; la secta Aum en Japón; Eta en España; las FARC y ELN en Colombia; Hamas en Palestina; Hisbollah en el Líbano; Ira en Irlanda; Jemaah Islamiah en Indonesia; los tigres Tamil en Sri Lanka; los terroristas chechenos de Bassayev; los salafistas de Argelia. Esto sin contar a los islamitas radicales de Irak. En Brasil, ¿el MST entrará en el sendero sangriento de esos movimientos? Es una pregunta que tal vez tenga sentido.
2. Cfr. «Der Spiegel», Febrero/04, Es gibt keinen Unschuldigen, p. 14.
3. Bassam Tibi, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Göttingen, autor de numerosos libros sobre el Islam, afirmó en una conferencia en Viena que el islamismo es la forma actual del totalitarismo. En el Palacio Rotschild, explicó que el mundo islámico se encuentra ante la disyuntiva: o desencadenar una guerra global o aceptar la paz de los países democráticos. Tibi compara el totalitarismo islámico con el comunismo estalinista e o nazismo de Hitler. Y asevera que los islamitas se mueven hoy en día como peces dentro del agua en Europa occidental («Der Spiegel», agosto/04).
4.Walter Laqueur, autor de Krieg dem Westen – Terrorismus im 21. Jahrhundert – (Guerra al Occidente – El terrorismo en el siglo XXI), ex-profesor de la Brandeis University de Massachusetts, en entrevista al «Der Spiegel» de febrero/04, afirma: «Temo que las cosas empeoren mucho. Llegará un día en el que los terroristas dispondrán de armas mucho más peligrosas que los explosivos o que los aviones para lanzarse contra rascacielos. Me refiero a gases, sustancias químicas o virus. Nadie sabe si eso tardará un año o diez. […] Para el empleo de tales armas de destrucción masiva no se necesitan batallones ni regimientos. Para ello bastan 10, 20 hombres con los conocimientos técnicos necesarios».
5. «Ungeprüfte Toleranz», entrevista concedida a «Die Welt», 14-8-04.
6. «Frankfurter Allgemeine Zeitung», Wohlriechend von Opfern, 24-6-04.
7. El proceso revolucionario, que se desarrolla en Occidente desde fines de la Edad Media, fue admirablemente descrito por el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira, en su libro Revolución y Contra-Revolución.
En lo que ser refiere específicamente al terrorismo islámico, John Gray, en su libro sobre la gestación de Al Qaeda, afirma que este movimiento terrorista no representa un retorno a la Edad Media. Por el contrario, es un producto de la Revolución. «Se trata de un fenómeno moderno, marcado por las ideologías occidentales y por tradiciones islámicas». Y observa: «Así como los marxistas y nazis, los ideólogos islámicos consideran la Historia como un preludio de un mundo nuevo. Todos ellos están convencidos que podrán recrear nuevamente al hombre». La influencia occidental se hace notar especialmente en Saijid Qutb, el ideólogo más importante de los extremistas musulmanes, quien soñaba con una tropa de choque revolucionaria que impondría por la fuerza un mundo idílico, sin señores y sin siervos (Cf. «Der Spiegel», p. 12).