Desde que Radio Moscú incitó a la población rusa a resistir a la invasión nazi apelando a la Virgen de Fátima, nunca se vio nada igual.
Ahora el presidente Vladimir Putin, en el discurso anual a la Nación, a fines del 2013, se erigió en paladín internacional de los “valores tradicionales”.
El “enemigo” es siempre el mismo: el Occidente. El Kremlin usó el tema de los “valores tradicionales” para seducir al número creciente de occidentales justamente inconformados con las leyes y gobiernos anticristianos de Occidente.
En la hora de la propaganda, para los ex–agentes del KGB todo vale. Y Putin presentó a la “nueva–URSS” como teniendo “un punto de vista conservador”. Y de un conservadurismo que busca impedir el movimiento “hacia abajo, rumbo al caos y a las tinieblas”, explicó de modo astuto.
Sin embargo, es necesario que estemos vigilantes. “No todo lo que reluce es oro”. La invasión de Crimea y los probables preparativos para invadir el resto de Ucrania deben dejarnos por lo menos con un pie atrás.