Si las pesadillas fueran sólo un fenómeno individual, la vida no sería tan difícil. Pero cuando se conviertan en colectivas, entonces la cosa de hecho se complica.
Si la falta de trabajo puede causar insomnio, trabajo excesivo produce generalmente pesadillas. Cuánto más si el exceso no es voluntario, sino nace de la exigencia de un jefe sin alma, que mantiene sus empleados en régimen de trabajo esclavo.
Sin embargo, estamos obligados a convivir cada vez más con productos de un país cuya población vive en una constante pesadilla: China. No nos damos cuenta de que estos productos provienen del sudor de las personas que están privadas de trabajar libremente, de recibir salarios justos, y cuya parte católica, por ejemplo, no goza de libertad de culto.
Al mismo tiempo, nuestros gobiernos tratan con los dictadores chinos con la misma naturalidad con la que se relacionan con los líderes de cualquier país democrático. Ellos van permitiendo que el dragón amarillo vaya extendiendo cada vez más sus tentáculos a actividades que suelen poner en peligro la propia seguridad interna en sus respectivos países.
Es lo que, por ejemplo, acaba de ocurrir en Grecia. Para «salvarla» de la crisis, China adquirió el importante puerto de Pireo (ella ya había comprado, bastante cerca de nosotros, y entre muchos otros, un puerto en Perú. Sólo para hablar de puertos…). China se ha ofrecido para «salvar» a otros países civilizados de la crisis, entre ellos a España, que van quedando dependientes de ella.
Se sabe también que en Brasil los chinos la codicia china se ha hecho sentirlo de modo preocupante, tanto por la connivencia de nuestros dirigentes como por la falta de atención de la opinión pública, desinformada o distraída, a menudo con cosas secundarias.
Tenemos que estar atentos. Mientras el mundo oficial de muchos países tiene todo tipo de atenciones y concesiones a China, nuestro derecho a saber lo que allí ocurre está siendo cercenado por su régimen opresor: las publicaciones que denuncian la realidad real de China están prohibidas. Este es el caso, por ejemplo, China pesadilla blog (www.pesadelochines.blogspot.com), que recomienda encarecidamente la lectura. Consejo que lamentablemente no se pueden dar al pueblo de Beijing, Shanghai y Guangzhou… El lector entenderá por qué.
Helio Dias Viana