Bélgica y los Países Bajos estudian la aprobación de un proceso de disolución de los cuerpos humanos a través de un rito funerario «ecológicamente correcto» para reemplazar el entierro.
El rito de la «biocremación» se considera más «reintegrador» en el medio ambiente y ya está en uso en algunas lugares de los EE.UU. y Canadá.
Se trata de disolver el cuerpo del difunto en una solución alcalina caliente sometida a altas presiones. El proceso deja escasas cenizas del difunto y el líquido resultante se «devuelve» a la naturaleza o es vertido en el alcantarillado.
El ateísmo, y especialmente el panteísmo, sostienen que el hombre no es más que materia que vuelve a la naturaleza en el momento de la muerte; en contradicción con los dogmas católicos, que enseña el respeto al cuerpo puesto que, en la resurrección al fin de los tiempos, las almas se reunirán de nuevo a sus cuerpos.