Helio Viana, desde Colombia
Mientras militares heroicos son encarcelados, el actual gobierno colombiano, adoptando el papel de un nuevo Kerensky, abre las puertas a los sanguinarios terroristas.
Las recién anunciadas «conversaciones exploratorias» gubernamentales con la narcoguerrilla ‒ inauguradas oficialmente el 4 de septiembre de 2012 con una inaudita cobertura de publicidad‒ están demostrando ser una ofensiva para la desmovilización psicológica de la opinión pública colombiana, con de fin de hacerla aceptar las reivindicaciones de la narcoguerrilla que, entre otras cosas, pide la Reforma Agraria y la inserción de los líderes de la guerrilla en la vida política del país.
Para darnos cuenta de la situación en la que estas conversaciones y algunos de sus actores se mueven, tenemos primeramente a Cuba, con sus dos dictadores sanguinarios que intentaron varias veces implantar el comunismo en Colombia; luego Venezuela, con el conocido apoyo de Hugo Chávez a la narcoguerrilla y las amenazas ‒incluso bélicas‒ realizadas por él al Gobierno de Colombia con ocasión de la muerte del líder guerrillero Raúl Reyes.
Por otra parte, en Noruega ‒país que se ha ofrecido a mediar en las conversaciones y a financiarlas‒, se perfila como posible participante en las conversaciones el ex vice‒canciller Jan Egeland. Actual director para Europa de la Human Rights Watch, una organización reconocida como de izquierda, vivió en Colombia durante muchos años y sirvió como delegado en las desastrosas conversaciones de paz de la ONU de El Caguán, un «santuario» de 42.000 km2, destinado por el gobierno de Andrés Pastrana a la guerrilla, en el que estaba prohibido que el ejército entrara.
Este ambiente filocomunista alrededor de las conversaciones de paz también está presente internamente en Colombia. Después de 14 años, los miembros del Partido Comunista estuvieron en el Palacio de Nariño, sede del gobierno, para ofrecer su cooperación al Presidente Santos. Una colaboración similar fue ofrecida por Gustavo Petro, un ex terrorista y actual alcalde de Bogotá, entusiasta de la iniciativa presidencial y que conoce por experiencia cuán mayores son los beneficios obtenidos por la guerrilla con la política que con las armas.
Un «Kerensky colombiano»
Aunque el Presidente Santos colocó a uno u otro colaborador de matiz no izquierdista ‒inclusive a dos generales‒ en su iniciativa de paz, este hecho no le quita su extrema gravedad, y de alguna manera contribuye para tranquilizar a la población. Además, ¿cómo colocar al lado de esas personas a la ex senadora Piedad Córdoba, que aunque no figura como participante oficial de las negociaciones, ya se anunció que tendrá un papel relevante en el resultado de las mismas? Como dirigente de las «Marchas Patrióticas», una especie de Movimiento de los Sin Tierra colombiano, ella tiene nexos conocidos con las FARC y recientemente incitó a los indios del Cauca a levantarse contra el Gobierno.
También es notorio el papel a ser desempeñado por el ex sindicalista Luis Eduardo Garzón. Alcalde de Bogotá entre el 2000 y 2007 por el partido Polo Democrático, quien ya había participado en conversaciones de paz con las guerrillas en Mainz, en Alemania, el año 1997. Esas conversaciones fueron cercadas del mayor sigilo y contaron con el apoyo de las Conferencias Episcopales de Alemania y de Colombia. Este personaje fue nombrado ahora Ministro Extraordinario de la Movilización y Diálogos Sociales. En entrevista concedida a la periodista María Isabel Rueda («El Tiempo», 03/09/2012), él reconoce que ya no existe oxígeno para la lucha armada y que actualmente la palabra es más importante que las armas.
Se tiene una fuerte impresión de que, si las actuales conversaciones obtienen lo que fue anunciado, Colombia no será la misma después de ellas. Y si el Presidente Santos no realiza todas las reformas exigidas por la narcoguerrilla, está en todo caso preparando el camino para que el próximo gobierno lo haga: un gobierno con ex guerrilleros, ocupando cargos políticos diversos, e imponiendo a través de la legislación lo que no consiguieron alcanzar por medio de las armas. Con eso, Juan Manuel Santos estará representando en Colombia el papel desempeñado por Kerensky en la Rusia precomunista, y podrá pasar a la Historia como siendo el «Kerensky colombiano».
Heroicos militares encarcelados, terroristas libres
Por su parte, la opinión pública acompaña con aprensión los acontecimientos. Ve de un lado a las FARC ‒apoyadas por Cuba y Venezuela‒ siendo tratadas como amigas y, de otro lado, muchos militares siendo condenados a altas penas de prisión, con frecuencia basadas en testimonios falsos. Según informa la ya citada periodista María Isabel Rueda en el artículo «Orden en la casa» («El Tiempo»,02/09/2012), «cerca de 17.000 militares colombianos han sido condenados o están detenidos actualmente». Sí, ¡17.000! Es decir, el número de militares en esa situación ¡es el doble del contingente de guerrilleros de las FARC, estimado en 8.500!
La más reciente condenación, a 25 años de prisión, fue la del General Rito Alejo del Río. Aunque el propio juez haya reconocido que él no cometió ningún crimen, lo condenó alegando que el General ¡no protegió a un campesino que fue muerto por paramilitares en la inmensa área bajo su jurisdicción! Es necesario recordar que Del Río, preso hace más de cuatro años, fue destituido del comando de su brigada por el ex Presidente Andrés Pastrana por exigencia de las FARC, como condición para las conversaciones de paz de El Caguán. A pesar de que el General está preso, continúa atemorizando a los guerrilleros. ‘Timochenko’, líder máximo de las FARC, lo atacó en el discurso que pronunció el día 4 de setiembre en la Habana, poco después de que el Presidente Santos anunciara el inicio de las negociaciones.
Otro héroe nacional en análoga situación es el famoso Coronel Plazas. Se tornó célebre cuando el 9 de noviembre de 1985 entró con sus tanques en el Palacio de Justicia, ocupado por los terroristas que querían poner a Colombia de rodillas. Como no lo consiguieron, incendiaron el Palacio. Mientras los remanecientes o seguidores de esos enemigos de la Nación ocupan hoy prestigiosos cargos públicos, el Coronel fue condenado a 20 años de prisión, basados en un testimonio que se probó que era falso.
El genial cerebro de la famosa «Operación Jaque» (jaque mate) ‒que, sin disparar un tiro, liberó a Ingrid Bittencourt, a tres norteamericanos y a once soldados colombianos‒ puede ser visto hoy en el patio de la prisión militar donde está confinado, transformado en «panadero‒ mayor», vendiendo sus panes … No sorprendería que la causa de su condenación haya sido la de engañar la «buena fe» de los guerrilleros, haciéndolos embarcar en un avión del Ejército que ostentaba el emblema de la Cruz Roja … ¡Es así que trata a sus héroes un gobierno tan solícito en negociar con terroristas asesinos, llenos de la más siniestras intenciones!
Finalmente, resulta más escandaloso el caso del General Jaime Uzcátegui. Se encuentra preso hace trece años, habiendo sido condenado a una pena de 40 años ¡por un crimen cometido por paramilitares en un área que ni siquiera pertenecía a su jurisdicción!
Teología de la liberación ‒ el vergonzoso papel de la izquierda «católica»
Desgraciadamente esta es la situación. Mientras en las relaciones del Gobierno con la narcoguerrilla reinan la confianza y el deseo de acuerdo, hasta el punto de que ambos declaran que no se levantarán de la mesa de negociaciones mientras la paz no haya sido sellada (satisfaciendo a la guerrilla, entre otras cosas, con una Reforma Agraria socialista y con preciosos privilegios políticos, como señalamos) en relación a los militares ronda la suspicacia, la animadversión y la prisión!
Frente a todo esto, la Conferencia Episcopal aparece una vez más… para apoyar la temeraria iniciativa presidencial de negociación con la narcoguerrilla. Ella es superada solamente por algunos sacerdotes jesuitas, entre los cuales se destaca el Padre de Javier Giraldo Moreno. Cuarenta años al frente del Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP), un think tank de la «Teología de la Liberación», el Padre Giraldo es uno dos principales enemigos de los militares y no oculta su simpatía por el régimen comunista cubano.
Veamos la siguiente noticia, publicada el 15 de agosto de 2012: «El sacerdote Giraldo celebró los 86 años de Fidel Castro – El Padre jesuita Javier Giraldo se juntó a varios colombianos para celebrar el aniversario 86 de Fidel Castro, en el auditorio de la Asociación Distrital de Educadores de Bogotá (ADE). El defensor de los Derechos Humanos celebró una Eucaristía ambientada con la bandera de Cuba y con imágenes de ese líder. Asistieron al acto funcionarios de la Municipalidad y diplomáticos de la embajada de Cuba en Colombia». (http://www.kienyke.com/confidencias/el-padre-giraldo-celebro-los-86-anos-de-fidel-castro/).
Ese gran admirador, no de San Ignacio de Loyola sino de Fidel Castro, lo es también del sacerdote guerrillero Camilo Torres, de cuya obra se dice continuador. En relación con la superioridad de la lucha ideológica sobre la bélica, piensa del mismo modo que quienes quieren traer a esa arena a los hoy debilitados líderes guerrilleros. Bajo el título “el polémico Padre Javier Giraldo”, descrito así en el sitio web del CINEP:
“Desde aquel distante encuentro [con el Padre Camilo Torres], el Padre Giraldo supo que su vida se dedicaría a defender a los oprimidos. Como todos los colombianos de la época, vivió la incógnita de no saber qué había ocurrido al desaparecer Torres de la escena pública, en Diciembre de 1965, hasta enero del año siguiente, cuando se supo que había ingresado en las filas del ELN [Ejército de Liberación Nacional] El 16 de Febrero de ese año murió en su primer combate. Javier entendió entonces que continuaría su obra, pero por un camino diferente al de las armas. Seguiría los pasos de los sacerdotes de Golconda, de Monseñor Valencia Cano y de tantos otros comprometidos con la Teología de la Liberación».
En relación al alcance de esa pacificación, conviene recordar aquí lo que José Dirceu (líder del izquierdista Partido de los Trabajadores de Brasil) escribió cierta vez que había oído que Fidel Castro que «Habría evitado muchos errores si, en los comienzos de la revolución cubana, hubiese conocido la ‘Teología de la Liberación’».
En el momento en que Rusia anuncia que reinstalará bases militares en Cuba y que el cáncer bolivariano extiende sus metástasis por el Continente, Colombia se encuentra en una encrucijada: o continúa fiel a sus tradiciones católicas y enfrenta a la guerrilla, o se deja manipular por complots siniestros alentados por Cuba, Venezuela y por la «Teología de la Liberación» para empujarla a la situación en que gimen los países dominados por la tiranía comunista.