Aprender a amar la propia condición y a buscar en nuestro hacer la excelencia, es una manera de vivir en paz y de perfeccionarnos en nuestro ser.
Conversando con un amigo, nos acordamos de la antigua canción que entonábamos en nuestra infancia y que se llamaba “El zapaterito”. Su letra decía más o menos así:
El zapaterito clava, clava clava,
clava en el tacón
y al clavar
contento daba,
enterito el corazón.
Al viejito Simón zapatero remendón
le voy a contar lo que le pasó
martillando un tacón y de tanto trabajar
rendido se quedó.
El zapaterito …
Nos llamó la atención la frase: “y al clavar contento daba, daba ‒ enterito el corazón”.
En un mundo que corre exhausto atrás del dinero y de la “diversión” ‒que no es frecuentemente sino agitación‒ esta idea de dar “enterito el corazón” a lo que se hace contiene una gran lección.
Amar su profesión hasta convertirla en un arte
Aprender a amar la propia condición y a buscar en nuestro hacer la excelencia, es una manera de vivir en paz y de perfeccionarnos en nuestro ser.
Esas canciones infantiles, pareciendo un juego, en realidad enseñaban verdades sobre la concepción de lo que debe ser la vida.
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¿Qué podremos decir de la educación de la niñez actual?
Encontré una serie de dibujos para colorear que se dan a niños en su primera infancia. He aquí un ejemplar.
¿Qué valores pueden enseñar estos monstruos a los niños?