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Es natural que al terminar el año 2015, nos preguntemos en este programa dedicado a las familias, cuáles fueron las principales preocupaciones que absorbieron a las familias chilenas a lo largo del año y cómo enfrentarlas para el próximo 2016.
Importantes elementos de respuesta a esta pregunta son proporcionados por la Encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) dada a conocer en los últimos días y normalmente considerada como seria e imparcial.
De acuerdo con los datos entregados la semana pasada “la delincuencia es la principal preocupación de los ciudadanos nacionales, imponiéndose con el 58% de las opiniones”.
Ese porcentaje elevado es resultados de la inseguridad en que viven las familias chilenas, producto de una violencia desatada y que la mayoría considera que no ha sido debidamente combatida por el .
Y cuando nos referimos al Estado hablamos de los tres Poderes públicos. Es decir, los legisladores no quieren endurecer las leyes que cohíben el crimen, los jueces no sancionan a los culpables con las penas suaves ya estipuladas por la ley y el Ejecutivo no emplea de modo eficaz los medios que tiene para prevenir los delitos y perseguir a los delincuentes.
El resultado es que los ladrones andan sueltos y las familias honradas deben poner rejas en sus casas y negocios por miedo a ser asaltadas en cualquier momento. Los “portonazos” han sido la última modalidad del crimen para ahorrarse la molestia de desconectar alarmas o tener que romper candados.
Ahora, lo propio de todo ser vivo, es que cuando él se siente inseguro, tiende a replegarse sobre sí mismo. Cuando la inseguridad afecta al conjunto de la sociedad, ella naturalmente pierde su cohesión interna pues cada grupo social busca con prioridad su propia supervivencia.
En consecuencia de esta preocupación con la propia seguridad, la misma encuesta CEP señala una fuerte caída en la valoración de personajes políticos. Este desinterés por la política y por los políticos en general es un claro síntoma del repliegue y de la perdida de cohesión social. Cuando lo privado se encuentra en peligro, lo público siempre pasa a un segundo plano de preocupaciones.
Así, la vida para la mayoría de las familias honradas chilenas se va transformando en un estado de defensa permanente y de agresividad latente, pues crece la desconfianza no sólo en las instituciones sino también entre las mismas personas.
El principio jurídico de que toda persona es inocente salvo prueba en contrario, pasa a ser invertido por el opuesto, “toda persona es sospechosa, salvo prueba en contrario”.
Este mal no es exclusivo de los chilenos. Él se hizo sentir, en mayor o menor medida, en el mundo entero. Los atentados de Paris, las olas migratorias de Oriente Medio y el surgimiento de grupos que reivindican su propia defensa, son muestras de este mismo factor de inseguridad.
De mantenerse esta tendencia ¿hacia dónde ella nos puede conducir?
En nuestra época de caos los pronósticos son precarios, pero lo que lógicamente tiende a producirse es un descuartizamiento del Estado nación.
El siglo XXI parece condenado a deshacer definitivamente la idea de nación que caracterizó al siglo XIX y a la de los grandes bloques rivales que marcó el siglo XX, sustituyéndola por la de un conjunto más o menos inconexo de tribus que se unen y desunen por intereses pasajeros o caprichos.
El futuro nos dirá si esta tendencia se confirma, pero es útil desde ya señalarla y advertir los riesgos que ella podrá causar, entre los cuales está el aparecimiento de caudillos populistas que aparecen como “salvadores” y que terminan agravando aún más la situación.
En ese sentido, cobran especial significado los recientes intercambios de elogios entre el Presidente Putín (un ex agente de la KGB, cuyos métodos y objetivos todavía son más que discutibles) y Donald Trump, el candidato populista a las primarias republicanas de los Estados Unidos.
Tanto más significativos cuanto que en diversos países europeos los partidos con programas populistas, sean de izquierda o de derecha, reciben amplio apoyo popular, cosechando las adhesiones de quienes ven con justificado temor la amenaza contra la identidad nacional representada por la oleada de inmigrantes, en su inmensa mayoría musulmanes, entre los cuáles se han infiltrado terroristas islámicos.
Como Ud. puede ver, estimado radioyente, los factores de inseguridad que nos afectan en Chile, son más que compartidos por familias del mundo entero.
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Algún auditor podrá quizá objetar que no es simpático terminar el año señalando un panorama negro, que sería más “políticamente correcto” limitarse a desear un feliz 2016.
Concordamos con nuestro hipotético objetante en que puede no ser simpático señalar problemas y preocupaciones. Sin embargo, consideramos que la verdadera amistad no brota de diagnósticos falsamente optimistas y “políticamente correctos”, sino de la honestidad y de la verdad. “Cuentas claras conservan los verdaderos amigos”, dice el refrán. Y para que las “cuentas sean claras” ellas deben considerar con objetividad los problemas que se vislumbran en el horizonte.
Lo que no quita que, a pesar de todo lo anterior, no dejemos de desear a todos nuestros auditores que nos acompañaron todos estos meses, un año 2016 lleno de realizaciones en el cumplimiento del deber y en medio de las adversidades que podamos encontrar.
Para alcanzar este noble propósito, volvamos nuestras miradas hacia el Pesebre de Belén, allí reinaba la paz y la concordia más alta que ninguna familia jamás alcanzó. Sin embargo ella estaba en un pobre pesebre porque les habían cerrado las puertas de sus conocidos y poco después debía huir de Herodes que intentará matar al Niño Dios.
Pidámosle a María Santísima que Ella nos conserve la paz interior en medio de todas las dificultades y adversidades por las que podamos atravesar en este próximo año, de modo tal que al finalizarlo podamos decir como San Pablo: “he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe” .
Agradeciendo a nuestros oyentes el interés y la compañía a lo largo de todo este año 2015, lo convidamos a continuar encontrándonos en esta SU emisora a lo largo del próximo año para compartir las alegrías y las preocupaciones que éste nos podrá traer.