La reciente muerte de Hans Küng ha hecho correr ríos de tinta, para usar una expresión ya arcaica. Se hizo famoso por su oposición especialmente al dogma de la infalibilidad pontificia, por lo que fue suspendido por la Iglesia. Pero trabajó para algo mucho más amplio: una modificación tan profunda de la Iglesia que en realidad se trataría de crear una nueva iglesia.
Quería una reforma ecuménica y democrática de la Iglesia, lo que esperaba se realizaría en un Concilio Vaticano III. También era favorable al fin del celibato sacerdotal. Hay quienes piensan que estamos viviendo la realización de esos deseos, no con el aparato externo de un Concilio, sino en el día a día.
¿Cuáles eran las ideas de este pretendido reformador?
Creía en una iglesia democrática, que se construyera desde abajo; acusó a la Iglesia de chovinismo masculino y le hubiera gustado una reconquista femenina de los derechos de la mujer, desde la anticoncepción hasta el sacerdocio. Los obispos deberían ser elegidos desde abajo. Impulsó un ecumenismo más radical, en el que la Iglesia sería una «denominación» más, al nivel de las otras religiones.
La táctica para demoler las instituciones católicas
Como lo resume Stefano Fontana,
«deberían haber hecho autónomas a las iglesias regionales y locales en honor a la ‘riqueza de variedad’ frente a la ‘arrogancia dogmática’ y a la ‘censura moralista’. La Iglesia tendría que vivir, según él, una ‘relación comunitaria’ y abandonar el modelo de Iglesia ‘desde arriba, obstinada, tranquilizadora, burocratizada’. Como la URSS había rehabilitado a sus disidentes, también la Iglesia debería rehabilitar a los suyos, desde Helder Cámara a Leonardo Boff. El futuro de la Iglesia, así como del ecumenismo, fue vista por él en el pacifismo y en un nuevo ecologismo».
“Impulsó mucho un ecumenismo nuevo y más radical, denunció lo que llamó la ‘obstinación en enfatizar las diferencias’, pidió la abolición de las condenas contra Lutero y Calvino y, con las Iglesias reformadas, quiso afirmar una «hospitalidad eucarística como una expresión de una comunión de fe ya realizada. Consideró insostenible por parte de la Iglesia Católica que sólo hubiera una religión legítima y veía esta actitud como una consecuencia del ‘colonialismo europeo y del imperialismo romano’. Según él, la Iglesia tuvo que aceptar el desafío de la afirmación de verdad de otras religiones”.
Un comienzo de realización
Vemos hoy la realización de algunas de estos deseos y el uso frecuentemente de un lenguaje coherente con esos enfoques de Küng.
En la Iglesia alemana de hoy y en su camino sinodal encontramos todos estas pretensiones en vías de realización.
En la Iglesia universal, encontramos que se quiere la canonización de Mons. Cámara. Muchos piensan que ya estamos viviendo el Vaticano III y que ya ha llegado un Juan XXIV: Lutero y Calvino han sido acogidos de nuevo en el redil, la hospitalidad eucarística es estándar y las mujeres se acercan al altar.
Mientras los medios cubrían sus embestidas contra la infalibilidad papal, Hans Küng estaba ocupado esparciendo sus semillas.