Nos sorprende la versatilidad e ingratitud de los judíos, quienes, después de proclamar con la más solemne recepción el reconocimiento que debían al Salvador, poco después lo crucifican con un odio que a muchos llega a parecer inexplicable.
Un defecto que disminuye frecuentemente la eficacia de las meditaciones que hacemos, consiste en meditar los hechos de la vida de Nuestro Señor sin hacer ninguna aplicación a lo que sucede en nosotros o a nuestro alrededor.
Así, nos sorprende la versatilidad e ingratitud de los judíos, ya que éstos, después de proclamar con la más solemne recepción el reconocimiento que debían al Salvador, poco después lo crucifican con un odio que a muchos llega a parecer inexplicable.
Sin embargo, esa ingratitud y esa versatilidad no existieron solamente en los judíos de los tiempos de la existencia terrena de Nuestro Señor.
La religión de los mediócratas, el ecumenismo y el indiferentismo religioso
Aún hoy, ¡en el corazón de cuántos fieles tiene Nuestro Señor que soportar esas alternativas de adoraciones y de vituperios! Y esto no sucede únicamente en la intimidad, en general inescrutable, de las conciencias. ¿En cuántos países, Nuestro Señor ha sido sucesivamente glorificado y ultrajado, en cortos intervalos de tiempo?
No empleemos nuestro tiempo exclusivamente en horrorizarnos delante de la perfidia (…) deicida. Para nuestra salvación nos será utilísimo reflexionar sobre nuestra propia perfidia.
Puestos los ojos en la bondad de Dios, podremos así, conseguir la enmienda de nuestra vida.
Trecho de artículo in Legionário, N° 447, 6 de abril de 1941.