“Las verdaderas víctimas le decimos al poder central, desde nuestras casas en cenizas, que no tengan miedo para tomar decisiones que devuelvan el futuro a la región”.
Transcribimos a continuación el dramático llamado de nuestros hermanos que piden la intervención del Estado contra la impunidad de la violencia terrorista en nuestro País.
por Emilio Taladriz – La Tercera 24/07/2012
LA REGION de La Araucanía se ha venido convirtiendo en los últimos años en una zona donde nos estamos peligrosamente acostumbrando a la violencia. La gravedad del problema hace rato superó los pequeños cálculos políticos con los cuales se “analiza” el conflicto. Por un lado, se intenta “bajar el perfil” y, por el otro, se intenta sacar provecho político.
Cuando ya hemos sobrepasado más de 500 atentados de índole terrorista, promediando este semestre un atentado cada dos días, dejando atrás una estela de terror y cenizas, donde no se distingue a nada ni nadie, con pérdidas de vidas humanas y pérdida de la productividad de la región, es cuando debemos entender que enfrentamos un problema grave.
Desde la multigremial de La Araucanía hemos debido mirar a los ojos de cientos de pequeños parceleros indefensos que ante la falta de protección del Estado, en un grito desesperado de dolor, llaman a la autodefensa y encontrarán en nosotros toda la comprensión por su sufrimiento.
Este grito de dolor parece no tener respuesta del poder central; no comprendemos cómo este centralismo agobiante con el cual se maneja el país no es capaz de dar al menos el derecho de poder trabajar en paz en gran parte de nuestra región.
¿Por qué sucede esto en nuestra región? Tal vez este es el reflejo de una serie de políticas pésimamente aplicadas en todos los últimos gobiernos. En nuestra región existe un alto nivel de pobreza en parte de la población rural, lo que se ha convertido en caldo de cultivo para los violentistas y cobardes que se aprovechan de la noche y de la ingenuidad de nuestras autoridades para, con pretexto de defender alguna causa, asolan de terror los campos de nuestra región, generando solamente más pobreza y odio.
Las políticas debieran estar centradas en generar productividad en la enorme cantidad de hectáreas que están en manos de población indígena. Debemos tener la capacidad para incorporar al desarrollo a quienes se han quedado atrás. Existe una errada mirada que comprando tierras a través de la Conadi se superará el problema, grave error.
Lo anterior llegó a niveles críticos en el anterior gobierno que sembró falsas promesas y que debió ser corregido por la actual administración. Creemos que llegó la hora de revisar la ley indígena.
También el Poder Judicial está en deuda con nuestra región. Se debe revisar su estructura y rediseñar este sistema garantista que protege al delincuente y abandona a la víctima. Nuestros parlamentarios tampoco han sido capaces de sacar una voz unitaria de propuestas a esta encrucijada.
Nosotros, que nacimos en esta región, incluidos mapuches y todos los descendientes de nuestros valientes colonos, exigimos que se cambie el rumbo de los acontecimientos; nosotros, las verdaderas víctimas, le decimos al poder central, desde nuestras casas en cenizas, que nuestro espíritu está intacto, que a pesar de todo no tenemos miedo, y les pedimos que tampoco tengan miedo para tomar decisiones que devuelvan el futuro a nuestra querida región.