El pintor Augusto Ferrer Dalmau, vuelve a sorprendernos con uno de sus sugestivos lienzos.
Por un momento nos sentimos transportados a las míticas producciones épicas de la gran pantalla: “Las cuatro plumas”, “Karthoum”, “Gunga Din”, etc.
Se trata de un cuadro sobre el Cuerpo de Sanidad Militar durante la guerra de África. Aquellos cuya manera de combatir no tiene el “éclat” de otras armas, pero cuyo mérito quizá resida en su abnegación y sacrificio, sin tener siquiera la recompensa de figurar con ese brillo a los ojos de los hombres.
Sus enemigos no son tanto los adversarios, cuanto las heridas, hemorragias, infecciones y epidemias. Sus armas no son el fusil, ni el cañón, sino las vendas, bisturís, pinzas, vacunas, y toda suerte de ingenios.
La verdadera noción de heroísmo
Su gran dedicación llega a veces a ser emocionante, al punto de recordar vagamente al “Buen Samaritano” del Evangelio, pues no es raro que también curen y se ocupen incluso de los enemigos heridos.
He aquí que el maestro Ferrer Dalmau, nos deja plasmado para la memoria el elevado mérito de aquellos que a tantos valientes devolvieron a la vida.