Vista nocturna de la Times Square de Nueva York. Todos los recursos de la propaganda luminosa están utilizados para deslumbrar al transeúnte, atraer de todos modos su atención, excitarlo de las más diversas maneras, para finalmente convencerle de que compre algo que normalmente no compraría.
El cuadro famoso de Fray Angélico, representando a Santo Domingo en meditación, constituye un contraste chocante con la primera fotografía.¿Sería posible a la población de las «urbes» babilónicas de nuestros días conservar esa distensión psíquica espléndida, que prepara las almas para elevarse a las más altas esferas del estudio y de la meditación?
¿Quién no ve que la agitación moderna aparta a la inmensa mayoría de los hombres del gusto de recogerse en Dios para estudiar y orar? En el Cielo, dice San Agustín, «descansando contemplaremos, contemplando amaremos, y amando loaremos. Esto constituirá nuestro fin sin fin». (De Civit. Dei, I. XXII. C, 30, n° 5)
¿La agitación contemporánea prepara al hombre para comprender y anhelar esta felicidad?
Catolicismo, N° 120, Diciembre de 1960