Una narración que muestra los efectos de las gracias de Navidad en otros tiempos, incluso sobre las personas más desalmadas. ¿Qué podemos decir de nuestros tiempos?
Nota: La “chouanerie” fue una reacción popular monárquica y católica que, junto con el levantamiento de la Vendée, infligieron duras derrotas a los soldados republicanos en la región Este de Francia en la época de la Revolución Francesa y hasta el Consulado.
De 1793 a 1800, la zona de Fougéres fue teatro de la epopeya de los Chouans, los opositores a los republicanos.
Una noche del invierno de 1795, un grupo de soldados de la República, los Bleus (azules, llamados así por el color del uniforme), tomó prisionero a un campesino chouan.
Esta guerra atroz que, desde hacía tres años, los grupos regulares conducían contra las bandas de campesinos, esta lucha encarnizada con enemigos invisibles, había tomado el carácter odioso de una caza a bestias salvajes.
Las tres fases de la Revolución
En los dos campos, no quedaba de esa generosidad habitual a los soldados, ni compasión por los prisioneros, ni piedad hacia los vencidos: un hombre cogido era un hombre muerto. ¡Bleus o Chouans tenían a tantos de los suyos para vengar!
Desde el fondo de los bosques subía en el aire tranquilo de la noche el sonido de una campana que la brisa traía, claro y distinto, dulcemente ritmado.
Casi inmediatamente una segunda campana, más grave, se hizo oír desde el otro extremo del horizonte y, luego después, un tercera, aguda y quejumbrosa, muy lejos, repicó dulcemente.
Los azules desconcertados se asustaron:
– ¿Qué es eso?… ¿Por qué están tocando?… Una señal quizá. ¡Ah bandidos! Es la campana de alarma.
Todos hablaban a la vez; algunos corren a las armas. El campesino levanta la cabeza y, mirándolos con sus ojos claros:
– Es Navidad, dijo.
– ¿Es? ¿Qué?
– Navidad. Están llamando a la misa de medianoche.
Los soldados, gruñendo, retomaron sus lugares en torno del fuego y el silencio se estableció:
Navidad, la misa de medianoche.
Estas palabras que no habían oído desde hacía tanto tiempo los sorprendían; les venía a la memoria vagos recuerdos de horas felices, de ternura, de paz. La cabeza baja, escuchaban las campanas que a todos hablaban un lenguaje olvidado.
El sargento se levantó, hizo afiebradamente algunos pasos refunfuñando, miró a sus hombres como para consultarlos y, golpeando el hombro del prisionero:
– Vete, le dijo
El Chouan levantó la cabeza sin comprender.
-Vete, escápate: estás libre.
(G. Lenôtre, Contes et récits non bibliques pour Noël, Ed. de l’Atelier)